La Ciencia Cristiana me ha sido indispensable en mi trabajo de investigación. Durante los últimos años me he dedicado a analizar y escribir sobre la música coral de un compositor americano. Mediante la oración, me he esforzado por vislumbrar algo de la inspiración en su música y comprender que mi investigación en esta fase del trabajo puede ser verdaderamente un reflejo de la inteligencia y el orden divinos.
Comencé a dudar de mi habilidad para continuar esta investigación. Parecía que no podía encontrar la estructura en la que cierta pieza de música pudiera basarse. Sabía que tenía que haber una ley unificadora, una clave que esclareciera mi comprensión, pero no podía verla. Comencé a irritarme y a disgustarme conmigo mismo. Luego sentí miedo y desesperación. Pronto empecé a sentir fuertes dolores en mi cuerpo. Una extrema vergüenza me impedía llamar a colegas en mi propio campo que podían darme un consejo profesional.
Sabía que lo que necesitaba era depender únicamente de la oración y de la Ciencia Cristiana; pero no fue hasta que llegué al fondo de la desesperación y sentí deseos de abandonar definitivamente todo el proyecto, que me alejé de toda la densa oscuridad mental y del temor, y me volví a la verdadera fuente de luz y de ideas correctas — a Dios. Estaba seguro de que había sido guiado correctamente hacia el proyecto; continuamente había sido provisto con ideas correctas e inspiración. Dejé completamente el proyecto y me sumergí en la lectura de la Biblia y de las obras de la Sra. Eddy.
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