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La curación de la toxicomanía

[Original en alemán]

Del número de noviembre de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Por qué la gente recurre a las drogas? ¿Qué es lo que buscan? ¿Puede la Ciencia Cristiana sanar la toxicomanía? ¿Qué puedo hacer yo como individuo para ayudar a solucionar el problema? Estas preguntas son importantes.

Se recurre a las drogas en un esfuerzo por lograr la felicidad, por razones seudorreligiosas, para llegar a conocerse a sí mismo y, tal vez con mayor frecuencia, en un intento de escapar de los problemas. El que usa narcóticos está claramente diciendo: “Tengo un problema”. Se cree incapaz de encarar las dificultades comunes del diario vivir — como temor a la competencia, púrdida creciente de la identidad individual entre la multitud, desempleo, fracaso, aislamiento social y soledad.

Es obvio que los drogadictos buscan algo que creen que les falta — realización, libertad, amor, compañerismo, seguridad, comunicación, identidad, paz interior. Puesto que éstos sólo se logran mediante la autodisciplina y la inspiración espiritual, y el camino para llegar a ellos es generalmente largo, es comprensible que se presente la tentación de buscar un camino más corto. Pero el creer que podemos alcanzar las condiciones deseadas mediante un proceso que no requiere más trabajo que ingerir una píldora es engañarse a sí mismo.

El que usa drogas no sólo no consigue las metas deseadas, sino que tiende a convertirse en el juguete de un producto químico. Por lo tanto, nos estamos enfrentando aquí con una falsificación de la felicidad.

Por otra parte, es muy natural reclamar realización, libertad y amor. La pregunta es: ¿Qué camino nos conduce a esta meta? ¡La aplicación de la Ciencia Cristiana! La Sra. Eddy escribe: “Las aptitudes humanas se aumentan y perfeccionan a medida que la humanidad alcanza el concepto verdadero del hombre y de Dios”.Ciencia y Salud, pág. 258; Me gustaría ilustrar esto.

Un día, en la casa de mi prima, conocí a una señora que estaba muy preocupada por Pedro, su hijo. Se había convertido en drogadicto. Había perdido todo interés en el orden social, en la escuela y en el trabajo, sólo estaba interesado en comunicarse con personas que pensaban como él y utilizaban drogas. Mi prima, que es sicoterapeuta, se dirigió a mí y me dijo: “No puedo hacer nada en este caso, pero quizás tu religión pueda ayudar”. Después de hablar sobre la Ciencia Cristiana, la madre me pidió que hablara con su hijo. Lo invité a que viniera a nuestra casa. Vi claramente que lo que teníamos que enfrentar era una creencia colectiva — a saber, la suposición de que la libertad, la realización y la inspiración pueden obtenerse por medios materiales. Esta suposición está basada en el desconocimiento de la naturaleza espiritual del hombre.

La primera vez que nos reunimos, Pedro fumó todo el tiempo. Pero yo me esforcé por ver sólo su identidad verdadera, a la semejanza de Dios y completamente libre. No hablamos específicamente sobre el hábito de fumar, pero la próxima vez que nos vimos me dijo, radiante, que había decidido dejar de fumar, y lo hizo.

Nos hicimos buenos amigos y nos reunimos con regularidad durante todo un año para hablar sobre ideas y compartir nuestros discernimientos.

Pedro abandonó las drogas por completo. Terminó su educación secundaria sin interrupciones. Hace poco lo vi nuevamente y me dijo con mucho entusiasmo que a menudo le dedica dieciocho horas diarias a sus estudios universitarios. Por cierto que su consciencia se ha ampliado al recurrir a los valores verdaderos y a una mejor comprensión de lo que es Dios y de lo que es el hombre. La inteligencia, la receptividad a las ideas, cooperación constructiva en nuestro ambiente social, la inspiración — cualidades que evidencian su verdadera individualidad — están ahora manifestándose plenamente.

El recurrir a las drogas no puede liberarnos de las preocupaciones ni de las tensiones del diario vivir, ni puede ampliar nuestra consciencia. Sólo el recurrir a nuestra verdadera identidad como expresión del Principio divino puede liberarnos realmente. Dado que el Principio, la causa de toda vida, es el Espíritu, su reflejo, el hombre, debe ser espiritual y completo, ya tiene todo lo que necesita para su desarrollo eterno. Cada expresión individual del Principio tiene su propio lugar. Todo pensamiento, acción, comunicación y compartir verdaderos, proceden de la única fuente, Dios, y esta fuente de todo el bien está abierta a todos y es ilimitada. El egotismo, la envidia, la codicia, la arrogancia o el temor originan conflictos, y hacen ignorar o impiden ver la fuente espiritual. Es menester corregir la noción falsa de que el ser está limitado a la materia y que existe como una entidad separada y aislada. Todos pertenecemos a la familia de Dios y tenemos acceso al amor de Dios, a Su inteligencia, Su inspiración y Su apoyo. Por eso no puede haber ninguna competencia entre las ideas de Dios, ni puede haber ideas con más o con menos inteligencia. Cada idea está a salvo — bajo el cuidado de Dios.

La Ciencia Cristiana da un concepto inspirado de la comunicación como comunión con Dios. Las drogas no pueden agregar nada bueno a lo que ya poseemos. “Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz” Salmo 36:9;, escribe el Salmista. Y estas palabras de la Sra. Eddy son muy útiles: “Dios es a la vez el centro y la circunferencia del ser”.Ciencia y Salud, págs. 203–204;

¿Qué podemos hacer para contribuir a la curación del problema de las drogas? Es de nuestra incumbencia no dejarnos ni impresionar por los efectos de la toxicomanía ni condenar a los que tienen ese vicio, sino, más bien, poner al descubierto las causas del problema para corregirlas en nuestro pensamiento. ¿Estamos libres de prejuicios y temor? ¿Estamos abandonando un concepto material acerca del ser y adquiriendo una comprensión más clara del hecho de que el universo, incluso el hombre, está gobernado por la omnipotencia de Dios, y que toda persona expresa este Principio?

Podemos preguntarnos: ¿Estoy dejando de depender de cosas materiales y me estoy librando de la presión que me incita a usarlas? ¿Estoy dejando de condenar a otras personas? ¿Estoy viviendo a la altura del bien que conozco? ¿Estoy expresando al Amor omnímodo? ¿Estoy siguiendo el modelo que nos da la Sra. Eddy: “La metafísica resuelve las cosas en pensamientos y reemplaza los objetos de los sentidos por las ideas del Alma” ibid., pág. 269.? ¿Estoy dispuesto a ayudar?

Es fundamental e indispensable que comulguemos constantemente con Dios para prevenir y sanar el problema de las drogas. Esta comunicación con la fuente de toda vida trae espontaneidad y alegría. Con una consciencia motivada por la inspiración divina alcanzamos una genuina elevación. La inspiración conduce a una vida realizada y a la expresión de inteligencia y seguridad.

El esforzarnos por sentir el Amor omnímodo saca a luz cualidades que nos ayudan a nosotros y a nuestro prójimo a resolver o prevenir conflictos. El reconocimiento del Amor nos permite percibir nuestra identidad y la identidad de nuestro prójimo más claramente. Por consiguiente, podemos amar todo — sí, todo — lo que Dios expresa aquí del Cristo en nuestra verdadera naturaleza, en la de nuestra familia y en la de nuestro medio ambiente.

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