El impacto que tuvo en la humanidad la singular contribución de Cristo Jesús se dejará sentir en la consciencia humana a través de todos los tiempos. Él demostró todo lo que significa la filiación del hombre con Dios. Mostró que la verdadera filiación se origina en Dios.
Es muy natural que los cristianos en todas partes intensifiquen y renueven su amor por Jesús durante la época navideña. Tienen un ardiente deseo de darle todo el crédito por lo que él logró. A veces este esfuerzo sincero de reconocer su sin par lugar en la historia tiene como resultado el igualar a Jesús con Dios. Algunas personas creen que es ilógico pensar en Jesús como si él fuera un hombre común. Pero definir a Jesús como Dios nublaría el propósito de la presencia de Jesús en la tierra.
La vida de Jesús no fue un ejemplo de cómo Dios puede ser semejante al hombre. Por el contrario, su vida da prueba incontestable de que la verdadera identidad del hombre es semejante a Dios. Jesús mostró cómo cada individuo puede darse cuenta de que él mismo es la semejanza de Dios. Definir a Jesús como Dios sería tergiversar la naturaleza de Dios, que es Todo, el Espíritu infinito.
Por otro lado, definir la naturaleza verdadera de Jesús como mortal es tergiversar su verdadera identidad. Jesús no vino a demostrarnos que Dios puede ser un hombre, sino a refutar la creencia de que el hombre de Dios es un mortal. Él sabía que la filiación del hombre con Dios es divina. Finalmente, su vida reveló todo lo que significa la verdadera filiación. Comprendió que Dios es Todo — Ser perfecto — y que la verdadera filiación del hombre era la manifestación individual de la naturaleza de Dios. El hombre — la expresión misma de la naturaleza de Dios. ¡Qué maravillosa herencia es la de ser hijo de Dios — Su hijo!
Jesús se mereció totalmente el título de “Cristo”. Pero él le dio a este término un significado que va más allá de la identificación de un solo hombre. Sus palabras y su misión muestran que “Cristo” es un término que describe correctamente la relación del hombre con Dios — una filiación pura con Dios. Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana explican que entre los amplios e importantes significados que tiene para nosotros el Cristo, está el de ser la idea espiritual de la verdadera filiación (ver Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras 331:30–31).
La comprensión de la verdadera filiación que Jesús trajo a la humanidad tiene un profundo significado para todos nosotros hoy en día. El Cristo, la idea verdadera de la filiación, define la relación individual que cada uno de nosotros tiene con Dios.
El concepto que tenemos de nosotros como mortales nos separa, en creencia, de Dios. Una comprensión de lo que somos como hijos de Dios nos despierta a la unidad eterna con Dios. El Cristo, la esencia genuina de la filiación permanente, no es algo que nos pertenece como mortales. Es la verdad perdurable del ser. La relación inseparable y perfecta entre Dios y el hombre jamás puede romperse. La filiación del hombre con Dios es perpetua. Jesús no le otorgó personalmente a su prójimo una filiación espiritual. Él sacó a luz el hecho de que por ser ellos el hombre de Dios ya la tenían. La Sra. Eddy hace la siguiente pregunta: “¿Es la filiación espiritual del hombre un don personal que se le ha otorgado, o es la realidad de su ser en la Ciencia divina?” En una declaración donde afirma lo posterior ella dice: “El conocimiento de esta gran verdad, confiere poder al hombre para demostrar su Principio divino, lo que a su vez es un requisito para que comprenda su filiación, o unidad con Dios, el bien”.Escritos Misceláneos, pág. 181;
Un claro reconocimiento de que el hombre es nacido de Dios y no de parentela mortal tiene implicaciones poderosas. El nacimiento de Jesús fue un desconcierto — una afrenta profunda — para las creencias materialistas acerca de la naturaleza de la existencia y, finalmente, Jesús refutó totalmente el concepto de que la vida depende de la materia. Su nacimiento virginal rechazó las llamadas leyes de la naturaleza y montó el escenario para que en la experiencia humana se presentara la prueba final de que Dios crea al hombre como idea espiritual. La ascensión de Jesús complementó su progresiva demostración de que la relación del hombre con Dios es intacta — que en el orden divino de la realidad la verdadera filiación es inalterable.
Cada uno de nosotros tiene la oportunidad de comprender su filiación espiritual con Dios. Nadie está excluido de esta naturaleza del Cristo. El Cristo es el que revela la constante e ininterrumpida filiación con Dios. El Apóstol Juan nos dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; ...” Juan 1:12; La Sra. Eddy elucida espiritualmente esta gran promesa bíblica: “Su filiación, mencionada en el texto, es su relación espiritual con la Deidad: no es, entonces, un don personal, sino el orden de la Ciencia divina.” Esc. Mis., pág. 181;
Jesús fue el ejemplo supremo de lo que significa descubrir y vivir el Cristo, esa filiación perfecta y espiritual. Cuando una persona comprende su verdadera relación con Dios, su vida adquiere un nuevo significado. Ya no se ve a sí misma confinada por limitaciones mortales. El hombre es el heredero, sí, la expresión, de la Vida y el Amor. Nuestra vida puede empezar a ser una oración de afirmación demostrando la filiación espiritual del hombre.
El hombre no ha nacido de la materia. Es la idea espiritual, la expresión, del Espíritu. La consciencia es la sustancia verdadera de la identidad del hombre. Lo que llamamos un cuerpo mortal es la supuesta consciencia de la limitación. El verdadero ser es la consciencia de la filiación espiritual, la comprensión de que Dios y el hombre son uno. La creciente comprensión de la consciencia espiritual tiene un impacto práctico en nuestra vida. ¡Sana!
Jesús demostró que el reconocer al Cristo, la filiación divina, nos capacita para ejercitar poder espiritual. Las creencias materiales retrocedieron frente a la comprensión espiritual. Las limitaciones de la existencia se basan en la falsedad que nuestra filiación está arraigada en la materia más bien que en el Espíritu. Esas limitaciones — el pecado y la enfermedad, aun la muerte — empiezan a desaparecer cuando nos volvemos al Espíritu, a nuestro Padre, como Jesús enseñó. Encontramos al Cristo en la medida que encontramos nuestra verdadera relación con Dios. La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: “Estando el hombre real unido a su Hacedor por medio de la Ciencia, los mortales sólo necesitan apartarse del pecado y perder de vista la entidad mortal, para encontrar al Cristo, al hombre verdadero y su relación con Dios, y para reconocer su parentesco divino”.Ciencia y Salud, pág. 316.
¡Qué eterna deuda de gratitud le debemos a Jesús — no solamente durante la época de Navidad, sino durante todo el año — por su demostración del Cristo! Lo que él reveló de la verdadera relación del hombre con Dios finalmente transformará toda la consciencia humana. Elevará a la humanidad por sobre la creencia de vida en la materia y nos despertará a un hecho presente — a nuestra total perfección como hijos de Dios.
