Dios nada sabe de materia, peso o altura,
ni prefiere un color de piel o cabello.
Para Él la piel no es negra,
ni blanca, oscura, amarilla ni bella.
Nadie es muy bajo ni nadie muy alto.
Hay un solo encanto verdadero y que perdura:
La hermosura del Espíritu, la Vida, que a todos incluye.
Deja entonces que tus ojos brillen
con el fulgor del divino Amor.
Puesto que la plenitud de felicidad y armonía
no hay vaso que la pueda contener,
siéntete libre dejándola correr.
Tú representas la más noble noción
sabiendo cuál es con Dios tu relación.