Dios sana. Él es omnipotente. La Ciencia Cristiana es eficaz porque su método de curación se basa sobre este entendimiento. Toda curación científica la efectúa la Mente divina. Un practicista de la Ciencia Cristiana, un amigo, o nosotros mismos, podemos curar reflejando el poder de la Mente, pero el poder en sí se origina en la Mente y permanece en la Mente. En efecto, Dios es el único que actúa.
El reconocimiento que sólo Dios es poder y que Su poder es absoluto, nos libera del pensamiento paralizador que insinúa que nuestra comprensión no es suficiente o que somos demasiado nuevos en la Ciencia, o que el temor o el dolor es demasiado persistente. Nuestra capacidad para sanar se evidencia a medida que permitimos que el Amor divino nos rodee con su tierno afecto.
Cada persona puede reclamar su habilidad de expresar la percepción espiritual que le pertenece por ser idea de la Mente, y ejercerla. Puede cambiar toda su experiencia humana mediante la comprensión del verdadero origen y la verdadera sustancia de su pensamiento. Esta transformación, si bien puede manifestarse a la percepción humana como mejor salud, como relaciones armonizadas o como mejores condiciones económicas, es, en realidad, una revelación de la totalidad y afluencia espirituales del hombre.
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