“Porque un niño nos es nacido”. Isa. 9:6; Todos los años la comunidad cristiana se regocija en el cumplimiento de esta profecía y trata de comprender mejor el profundo significado del acontecimiento que anunció el advenimiento del Cristo al mundo para la redención de la humanidad.
Es una maravilla que cada año la cristiandad celebre tan fielmente el nacimiento en Belén del niño Jesús cuya madre fue una joven llamada María. Sin duda, muchos niños nacían diariamente en Judea. ¿Qué hace que este nacimiento sea único? Representó, en aquella época, el tan esperado aparecimiento a la consciencia humana del Mesías, o el Cristo. Más que la venida al mundo de un niño corporal, fue la revelación al pensamiento humano de la idea incorpórea de la paternidad de Dios. Fue el acontecimiento destinado a transformar la consciencia, disolver la creencia materialista y establecer el entendimiento de que el ser del hombre es la expresión de un solo Dios, el Espíritu, y no de un proceso físico de procreación.
En esta década, pues, la Navidad debe seguramente tener un especial interés para todos nosotros. Mientras el mundo debate las inimaginables ramificaciones y perspectivas de la genética moderna, es tranquilizador — y útil para el progreso humano — meditar acerca de los hechos verdaderos y espirituales del origen del hombre como lo reveló hace casi dos mil años el hombre nacido de la Virgen madre.
Jesús predicó al mundo el concepto de Dios, el Espíritu, como el único creador, el único Padre universal. Profetizó que, a su debido tiempo, el Consolador, “el Espíritu de verdad”, daría “testimonio acerca de mí” Juan 15:26; y revelaría la verdad acerca de la naturaleza enteramente espiritual de la vida y de su origen virginal. Y esto se ha cumplido. La Ciencia del ser a la semejanza del Cristo está ahora amparada en los más elevados pensamientos de la humanidad, brindando a los pensadores sabios y espiritualmente alerta de hoy en día la visión de que el hombre es íntegramente la obra del creador único, Dios, la visión de que el hombre es el linaje del único y divino Padre y Madre de todos.
La pureza y unidad del verdadero origen espiritual del hombre, simbólicamente declarada en el primer capítulo de la Biblia, es una eterna verdad de la Ciencia divina. El universo, incluso este hombre verdadero espiritual, es la expresión de la Mente única y creadora. El hombre manifiesta la naturaleza infinitamente inteligente y amorosa del Principio divino, o creador, y cada hombre y mujer en la creación de la Mente reflejan las cualidades de este Padre divino de manera única e individual.
La Ciencia Cristiana demuestra que la verdad de que sólo existe un creador, Dios, no es obstáculo a la individualidad de todos nosotros. Dios es Mente y Vida infinitas, Alma y Espíritu inagotables y Se manifiesta en identidades múltiples. La aparición de las expresiones espirituales de Dios es interminable y cada una está hecha a Su imagen y representa Sus atributos de una manera singular.
La Sra. Eddy dice claramente en Ciencia y Salud: “La Mente infinita lo crea y lo gobierna todo, desde la molécula mental hasta lo infinito”. Y continúa más adelante: “La creación está siempre manifestándose y tiene que seguir manifestándose perpetuamente, debido a la naturaleza de su fuente inagotable”. Luego, refiriéndose al material y falso sentido de la creación, expresa: “El sentido mortal invierte esta manifestación y califica las ideas como materiales. Interpretada tan erróneamente, la idea divina parece caer al nivel de una creencia humana o material, llamada hombre mortal. Pero la semilla está en sí misma sólo en tanto que la Mente divina lo es Todo y lo reproduce todo, — que la Mente es la multiplicadora, y la idea infinita de la Mente, el hombre y el universo, es el producto”.Ciencia y Salud, págs. 507-508;
El hombre, en su ser verdadero, no es el producto de dos padres, sino de uno solo, Dios, el único Padre-Madre. El hombre no proviene, por lo tanto, de un origen mixto: nunca es un híbrido. No corre peligro de desarrollar características ancestrales y raciales o de padecer enfermedades de acuerdo con el concepto humano de las “leyes” de herencia. No está encerrado en un molde de teorías genéticas basadas en la creencia de que él es el producto de la fusión química de moléculas de materia. Como dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud: “En la Ciencia el hombre es linaje del Espíritu. Lo bello, lo bueno y lo puro constituyen su ascendencia. Su origen no se halla, como el de los mortales, en el instinto animal, ni pasa él por condiciones materiales antes de alcanzar la inteligencia. El Espíritu es la fuente primitiva y última de su ser; Dios es su Padre, y la Vida es la ley de su existencia”.ibid., pág. 63;
En su libro, la Sra. Eddy indica los hechos verdaderos de la naturaleza y del origen del hombre como el hijo de Dios, el hijo del Espíritu, y la verdad correlativa de que el hombre no es material, sino enteramente espiritual. Explica que este conocimiento llegará -a disipar las teorías mundanas que afirman que los hombres y las mujeres son seres físicos y mortales, producto de otros mortales. Insiste en que estas teorías no tienen más realidad que los sueños y que se comprobará la explicación científicamente cristiana de que el hombre es completamente espiritual, la creación eterna de la Mente divina, Dios.
Al referirse a la alegoría bíblica de que Eva fue creada de la costilla de Adán, y a los procesos ulteriores de la procreación humana en los cuales Adán y Eva llegaron a ser esenciales al síndrome creador, la Sra. Eddy predice nuevos cambios: “El primer sistema de la obstetricia sugestiva ha cambiado. Otro cambio vendrá con respecto a la naturaleza y el origen del hombre, y esta revelación destruirá el sueño de la existencia, restablecerá la realidad, introducirá la Ciencia y el hecho glorioso de la creación, que tanto el hombre como la mujer proceden de Dios y son Sus hijos eternos, sin pertenecer a progenitores inferiores algunos”.ibid., pág. 529;
La Navidad puede ser para todos un recordatorio para reafirmar estas grandes verdades del ser espiritual y “restablecer la realidad” en nuestro propio pensamiento. Cuando oímos hablar del “niño acostado en el pesebre” Lucas 2: 16. podemos recordar la lección que Cristo Jesús enseñó: que Dios es el Padre universal y que todos los hombre y mujeres, en su ser verdadero, son Sus hijos amados, amparados y cuidados por Él en perfecta armonía. La Navidad se convertirá entonces en una ocasión de mayor regocijo porque este entendimiento de Dios y el hombre sana.
