Hace un tiempo, antes de que la frase “incapacidad para aprender” fuera usada para describir problemas que los niños tienen para leer, nuestro hijo mostraba retardo en su trabajo escolar. Cuando nos trasladamos a otro estado, lo colocaron en una clase “especial” con una profesora altamente calificada en esta clase de dificultades. Yo había orado sobre el problema de mi hijo, y varias veces había tenido ayuda de practicistas de la Ciencia Cristiana.
Se descubrió que a causa de que yo había sido una estudiante precoz durante mis años escolares, estaba esperando que el niño demostrara el mismo nivel de capacidad. Esto nos llevó a una gran desilusión y frustración cuando el niño se retrasó tanto. La profesora especializada, sabiendo que nosotros éramos Científicos Cristianos, me alentó a continuar orando en nuestra religión, por la cual ella sentía un gran respeto. Tomó un verdadero interés por nuestro hijo y me instruyó en un método de lectura que yo podía enseñarle en casa. El niño comenzó a progresar lentamente, y la maestra enfáticamente reconoció que el progreso se debía a la Ciencia Cristiana.
Sin embargo, al finalizar el sexto año primario, la profesora nos aseguró que, a pesar del progreso que había hecho el niño, nunca podría terminar la escuela secundaria debido a que su despertar fue tan tarde. Carecía de los conocimientos básicos requeridos para poder dominar las demás materias que se esperaba que aprendiera. Nos recomendó que se le enseñara algún trabajo manual.
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