Hace un tiempo, antes de que la frase “incapacidad para aprender” fuera usada para describir problemas que los niños tienen para leer, nuestro hijo mostraba retardo en su trabajo escolar. Cuando nos trasladamos a otro estado, lo colocaron en una clase “especial” con una profesora altamente calificada en esta clase de dificultades. Yo había orado sobre el problema de mi hijo, y varias veces había tenido ayuda de practicistas de la Ciencia Cristiana.
Se descubrió que a causa de que yo había sido una estudiante precoz durante mis años escolares, estaba esperando que el niño demostrara el mismo nivel de capacidad. Esto nos llevó a una gran desilusión y frustración cuando el niño se retrasó tanto. La profesora especializada, sabiendo que nosotros éramos Científicos Cristianos, me alentó a continuar orando en nuestra religión, por la cual ella sentía un gran respeto. Tomó un verdadero interés por nuestro hijo y me instruyó en un método de lectura que yo podía enseñarle en casa. El niño comenzó a progresar lentamente, y la maestra enfáticamente reconoció que el progreso se debía a la Ciencia Cristiana.
Sin embargo, al finalizar el sexto año primario, la profesora nos aseguró que, a pesar del progreso que había hecho el niño, nunca podría terminar la escuela secundaria debido a que su despertar fue tan tarde. Carecía de los conocimientos básicos requeridos para poder dominar las demás materias que se esperaba que aprendiera. Nos recomendó que se le enseñara algún trabajo manual.
Al continuar con mi oración la situación cambió un tanto. Capté un destello del hecho de que la Mente, Dios, está por siempre desarrollando Su propio conocimiento infinito, y que el hombre tiene unidad perfecta con esta Mente. Percibí que en esta intacta relación entre el creador y su idea, no hay un mortal apático y renuente, ni una madre ansiosa. El cuadro de limitación desapareció en cierta medida, y con él la falsa responsabilidad. Estas palabras dichas a Cristo Jesús me ayudaron: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Marcos 1:11). Después de esto hice un esfuerzo continuo para descubrir y apreciar la manera individual en que nuestro hijo reflejaba a su Padre-Madre Dios.
Cuando este joven llegó al final de su último año secundario, era el editor del periódico del colegio y recibió un premio. Después de terminar su escuela secundaria, escogió una carrera militar. Posteriormente obtuvo un título universitario y aprobó con éxito todos los cursos y requisitos en la Escuela Naval para Oficiales, en donde obtuvo su diploma. Luego logró su meta de ser un oficial de vuelo y lo asignaron a un escuadrón de portaviones. Desde entonces ha tenido la oportunidad de seguir estudiando. Su caso prueba fehacientemente el hecho de que la materia no puede definir la condición del hombre.
Orlando, Florida, E.U.A.
Este testimonio relatado por mi madre es exacto en todo sentido y describe las experiencias de mi niñez. Continúo apreciando inmensamente la base que he recibido de la Ciencia Cristiana.
