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A un alumno de la Escuela Dominical

Del número de marzo de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hemos viajado juntos por un sendero,
hemos seguido el camino polvoriento por el que Jesús anduvo
despertando a aquellos que dormitaban
en su sueño de pecado, enfermedad y muerte.
A veces, como en el camino a Emaús,
caminamos sin saberlo con el Cristo resucitado.

Ha habido momentos de clara percepción,
cuando hemos mirado en un aposento alto
y visto a quien absorta en revelación
— escuchaba... escuchaba...
y ella también a una con el Alma —
acompañada estaba del Cristo.

Me dijiste: Agradezco tu enseñanza,
y yo te digo, querido estudiante,
Que la línea que existe entre
la maestra y el alumno muy tenue es.

Me voy, renovada, elevada e inspirada.
Tú diste,
Y recibiste,
Más de lo que sabemos.

La Palabra, hablada, ha comenzado su poderosa labor.
La Palabra, escuchada, ilumina la luz interior
de la comprensión espiritual.

Somos todos enseñados por Dios.

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