Hemos viajado juntos por un sendero,
hemos seguido el camino polvoriento por el que Jesús anduvo
despertando a aquellos que dormitaban
en su sueño de pecado, enfermedad y muerte.
A veces, como en el camino a Emaús,
caminamos sin saberlo con el Cristo resucitado.
Ha habido momentos de clara percepción,
cuando hemos mirado en un aposento alto
y visto a quien absorta en revelación
— escuchaba... escuchaba...
y ella también a una con el Alma —
acompañada estaba del Cristo.
Me dijiste: Agradezco tu enseñanza,
y yo te digo, querido estudiante,
Que la línea que existe entre
la maestra y el alumno muy tenue es.
Me voy, renovada, elevada e inspirada.
Tú diste,
Y recibiste,
Más de lo que sabemos.
La Palabra, hablada, ha comenzado su poderosa labor.
La Palabra, escuchada, ilumina la luz interior
de la comprensión espiritual.
Somos todos enseñados por Dios.