Refiriéndose a Cristo Jesús, la Sra. Eddy nos dice en Ciencia y Salud (pág. 228): “Si seguimos el mandato de nuestro Maestro: ‘No os afanéis por vuestra vida’, nunca dependeremos del estado del cuerpo ni de la estructura o economía corporales; sino que seremos dueños del cuerpo, dictaremos sus condiciones, y lo formaremos y gobernaremos con la Verdad”.
Para quienes estudiamos Ciencia Cristiana y la practicamos, estas palabras son una ayuda muy valiosa. Hace unos años tuve una hermosa demostración de la presencia del Cristo por medio del tratamiento metafísico que me dio una practicista de la Ciencia Cristiana a través de la oración.
Me encontraba en mi oficina trabajando y atendiendo al público, cuando de manera sorpresiva me sentí mal. Mi esposa se encontraba presente en ese momento y sólo tuve tiempo de llamarla antes de desvanecerme. Mi esposa, al ver que yo perdía el sentido, y no pudiendo sostenerme, sólo pensó en negar todo error, declarando que Dios era mi Vida y la ley de mi existencia. Discó el número de una practicista de la Ciencia Cristiana, la que de inmediato accedió a orar por mí. En seguida sentí el efecto de su oración y pude atender a una persona que vino a la oficina, pero después volví a desvanecerme. La practicista continuó trabajando.
Al poco rato, con la ayuda de mi esposa, pude salir a tomar un taxi para ir a la oficina de la practicista. Cuando llegué no tenía estabilidad, estaba pálido y un sudor frío me corría por el rostro. Inmediatamente la señora me leyó unas páginas de Ciencia y Salud. El Cristo estaba presente allí, pues al terminar la lectura, sentí una sensación de paz y prorrumpí en sollozos de alivio. Mi llanto lavó todo lo que pudo haber quedado en mi pensamiento, y tuve la curación.
La Lección Bíblica en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana sobre el tema “La materia”, incluía esta declaración (Ciencia y Salud, pág. 442): “Entonces se levantó el procesado, regenerado, fuerte y libre”. Más adelante en el mismo párrafo leí: “El Amor divino había echado fuera el temor. Hombre Mortal que ya no estaba enfermo ni preso, salió — sus pies ‘hermosos sobre las montañas’, como los de ‘aquel que trae buenas nuevas’ ”.
La practicista con su trabajo hizo que yo experimentara la verdad de estas palabras de la Sra. Eddy. Toda debilidad desapareció, y mi color natural volvió. Al retirarme de su oficina era un hombre nuevo; en menos de una hora había pasado de un estado de enfermedad a un estado de salud perfecta.
No he vuelto a sufrir de esta enfermedad. Por esta nueva demostración de cómo cura la Ciencia Cristana, doy gracias a Dios. Estoy agradecido por Cristo Jesús, el Maestro, por la Sra. Eddy, nuestra amada Guía, y por la practicista a quien expreso mi más emocionado reconocimiento por su abnegado y generoso trabajo por mí y los míos.
Montevideo, Uruguay
Deseo agregar al testimonio de mi esposo esta expresión de mi gratitud. La Sra. Eddy dice en el Prefacio de Ciencia y Salud (pág. vii): “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones”. Pude comprobar esto hace muy poco, cuando mi pequeño nieto pasó por un problema. Como los padres no estudian Ciencia Cristiana, el niño fue llevado a una doctora, quien dijo que debía ser hospitalizado. De acuerdo con los exámenes practicados, el niño tenía el corazón tan grande como el pecho, lo que para la creencia médica es muy grave.
Ante este diagnóstico, el padre, que de niño concurrió a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, recordando todas las experiencias maravillosas que habíamos tenido en nuestro hogar, acudió a una practicista de la Ciencia Cristiana en busca de ayuda. Ella, con el amor que la caracteriza, calmó su temor diciéndole que el niño era una idea perfecta de Dios. Un examen posterior mostró un corazón perfectamente normal.
Siento el más grande agradecimiento a nuestro Padre por conducirnos al camino de esta maravillosa religión, que nos enseña a ver el hijo perfecto de Dios, allí donde el sentido material ve dolor e inarmonía. Agradezco a Dios, que es Amor, por Cristo Jesús, el Mostrador del camino, y por la Sra. Eddy.
