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El “sí” y el “no” del tratamiento

Del número de marzo de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Supongamos que alguien comente que la ciudad de San Francisco está en una isla. Podríamos negarlo categóricamente. Y podríamos afirmar que San Francisco está en el continente — que lo sabemos porque hemos vivido allí. La primera declaración, la negación, es correcta. Pero cuando se la refuerza con la segunda, la corrección es mucho más convincente.

La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) sana, enriquece espiritualmente, y borra las equivocaciones de nuestra vida. El aplicar esta Ciencia de la manera más eficaz a menudo incluye negar el problema y afirmar específicamente la verdad espiritual del ser — incluye tanto el “sí” como el “no”.

El error, en el vocabulario de la Ciencia Cristiana, es todo lo que sea sufrimiento y todo lo que aboga por la ausencia de Dios. La verdad es lo que describe la infinitud, la presencia y benevolencia de Dios. Dios, en realidad, es Verdad. No podemos negar eficazmente el error sin que nuestra convicción esté basada en la omnipotencia de la Verdad. Nuestras negaciones del error tienen que ir de la mano con nuestra certeza de la totalidad de la Verdad, nuestra seguridad sin reservas de que nada real tiene que negarse puesto que todo lo que es real es bueno. Y permanente.

El tratamiento de la Ciencia Cristiana es esencialmente afirmativo. Descansa en la premisa de que nada existe en ninguna parte, sino Dios y Su creación ideal. “La Verdad es afirmativa y confiere armonía”,Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 418; dice Mary Baker Eddy. Todo el primer capítulo del Génesis tiene un carácter afirmativo. Explica lo que Dios hace. En Su creación enteramente buena no hay ningún mal que pueda hacer algo. Ni siquiera una serpiente que susurre o persuada.

Si el tratamiento consiste mayormente de negaciones, podría tender a hacer que lo que negamos nos parezca más real. La mejor forma de deshacerse de las sombras del error es eclipsarlas con la luz de la Verdad.

A menudo, las negaciones más poderosas que traen la curación son las que van acompañadas de un “porque”: “El mal es irreal porque el bien es infinito”; “El hombre no puede enfermarse porque él es espiritual”; “No estás realmente luchando con el error porque vives a cada instante en la totalidad del Espíritu”. Sin el “porque” afirmativo, la negación puede dejar un vacío que otra creencia puede ocupar. No sólo debemos decir “no” al error, sino decir “sí” a la Verdad. El afirmar solamente que “el hombre no puede enfermarse” es decir algo que es verdad. Pero, por sí solo, puede indicar que el tratamiento es deficiente. Decir a los que están enfermos que el hombre no puede enfermarse tal vez los aliente. Puede, por otra parte, dejarlos desconcertados, y todavía enfermos. El agregar el “porque”, explicándolo y verdaderamente comprendiéndolo, tendrá sin lugar a dudas un efecto sanador.

Sólo podemos negar de una manera sanadora que el hombre es físico al saber que el hombre es incorpóreo, que es el reflejo del Espíritu y que no fue hecho de carne y huesos. No siempre es suficiente reconocer simplemente el bien. Es menester que preparemos un lugar en nuestra consciencia para que el reconocimiento sanador tenga efecto. Cuando negamos la mentira material, hacemos lugar para verdades espirituales específicas.

Si nuestro tratamiento parece ineficaz, ¿se debe a que hemos evitado enfrentarnos con la mentira? ¿Estamos retrocediendo ante sus sinsabores? Tal vez necesitemos ser más específicos y llamar la enfermedad por su nombre al negarla. Pero cuanto más profundamente percibamos la realidad, tanto más espontánea y específica será toda negación de la enfermedad y del mal.

El error nunca tiene un punto de apoyo en la realidad desde el que pueda negar la Verdad o afirmarse a sí mismo. El error no es una clase de inteligencia — una inteligencia negativa — sino nada. Hablando en lo absoluto, no puede actuar ni se puede actuar sobre él. Solamente puede retroceder a su propio vacío desde el que, en realidad, nunca salió.

El pasar siempre por alto en un tratamiento el aspecto de negación, sería tan equivocado como esperar tener un hermoso jardín meramente desparramando semillas sobre la maleza. Primero se debe arrancar la maleza, y luego plantar las semillas o plantas en su lugar.

Una de las cosas que necesitan negarse metafísicamente hoy en día es la amenaza del estallido de guerra. A veces se dice que la guerra produce algunas cosas buenas, como unir a los habitantes de un país. A veces se comenta que hay presiones bullendo que conducirán a la guerra y que esto es el patrón histórico; que no se pueden eludir las grandes guerras cada generación más o menos. Semejante fatalismo tiene que ser negado espiritualmente. Necesitamos afirmar consciente y profundamente la omnipotencia de Dios, y reconocer el efecto pacificador de esa omnipotencia en el pensamiento humano. En Levítico se menciona claramente este punto: “Yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante”. Lev. 26:6; Partiendo de esta sólida base espiritual puede detenerse cualquier presión que esté bullendo y que pueda provocar una guerra.

Dominar el magnetismo animal es vital en el tratamiento. El magnetismo animal incluye la pretensión de que debe ignorarse el mal. Tiene que enfrentarse esa pretensión con entendimiento y no meramente evitarla. Tiene que enfrentársela desde el punto de vista espiritual sobre el que descansa la siguiente declaración de la Sra. Eddy: “Es el conocimiento que la Verdad tiene de su propia infinitud lo que excluye la existencia genuina de siquiera una pretensión del error”.No y Sí, pág. 30.

El tratamiento por medio de la Ciencia Cristiana, dado con comprensión metafísica y espiritualidad, da resultado. Y el tratamiento correcto admite la importancia de negar el error al igual que la de afirmar la Verdad.

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