Imagínese una colegiala de trece años de edad durante sus vacaciones de verano. Tiene inquietudes apremiantes en el colegio y un futuro incierto. Ha sido educada como Científica Cristiana pero no está del todo segura si esa enseñanza no será una sarta de disparates.
Un domingo, gracias a un impulso divino, está en un culto en una iglesia de la Ciencia Cristiana. A medida que se desarrolla el culto sobre el tema central de la Lección-Sermón, la niña siente desarrollarse en su consciencia, de una manera pacífica y natural, una comprensión de lo que es Dios. Sabe que la Ciencia Cristiana realmente es verdad.
Al volver a casa caminando, siente una profunda convicción de que, cuando sea grande, será una practicista de la Ciencia Cristiana.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!