No hay nada misterioso acerca del Espíritu. El Espíritu es Dios, el Amor divino, que crea y cuida del hombre y del universo. El Espíritu es también la Mente infinita, la inteligencia única y suprema. La Mente, el Amor y el Espíritu son uno, el Padre, la Madre y el Principio de todo el ser.
Cada niño, en verdad cada uno de nosotros, tiene una relación especial con el Espíritu. Todos, en nuestra verdadera individualidad, somos hijos del Espíritu, y el Espíritu mantiene nuestra compleción y perfecta salud. Cada uno de nosotros expresa la sustancia, actividad y naturaleza del Espíritu — sustancia sin materia, actividad sin limitación, naturaleza sin mancha.
El Espíritu no cambia. Por consiguiente, su idea, el hombre, permanece perfecto eternamente. Todas las cualidades del Espíritu, o Alma, están intactas. La alegría, la salud, la inteligencia, la belleza no cambian. Todas ellas son inherentes al Amor, y el Amor eternamente hace que el hombre las exprese.
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