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Pasé mis primeros veinticinco años acosada por problemas de índole...

Del número de enero de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Pasé mis primeros veinticinco años acosada por problemas de índole nerviosa debido a un accidente que sufrí durante mi infancia, lo cual ocasionó una doble curvatura lateral de la columna vertebral y la dislocación de tres vértebras. Los médicos opinaban que no era posible corregir los efectos del accidente y las condiciones resultantes. Con el tiempo fui bajando de peso considerablemente, mi constitución no era normal y análisis de tuberculosis resultaron positivos.

Fue entonces que recurrí a la Ciencia Cristiana. Mediante la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana aprendí que el Cristo sanador, la Verdad, está disponible para todo el que recurre a Dios por medio de la oración basada en la comprensión. Y aprendí a recurrir a Dios a través del estudio de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Este estudio me demostró científicamente que yo no era hija de padres mortales, sujeta a la casualidad y a la debilidad; sino que en mi verdadera identidad, era el reflejo espiritual y puro de Dios, la Mente omnipotente, la cual es eternamente perfecta.

Para reconocer y manifestar esta perfección espiritual, tuve que desarraigar la falsa creencia de que pude haber sufrido un accidente de irremediables consecuencias. La Mente, Dios, jamás cae y el hombre, Su idea, refleja esta irrompible perfección. En la Ciencia Cristiana encontré pruebas irrefutables de curaciones instantáneas. Además aprendí que la curación, ya sea rápida o lenta, viene juntamente con una comprensión más profunda de las muchas declaraciones demostrables y divinamente inspiradas que se hallan en la Biblia y en las obras de la Sra. Eddy, como ésta en Ciencia y Salud (págs. 243–244): “Por cuanto que Dios es bueno y la fuente de todo el ser, Él no produce deformidades morales o físicas; por tanto tales deformidades no son reales, sino ilusiones, el espejismo del error”.

A medida que aumentaba mi comprensión espiritual, me fue posible, con creciente confianza, ganarme la vida como mecanógrafa, después como secretaria y luego como redactora analista en un importante estudio. Sin embargo, para hacer todo esto de manera competente, tuve que superar mi falta de estudios. A medida que estudiaba las inspiradas obras de la Sra. Eddy, y otra literatura de la Ciencia Cristiana, y comprendía que tenía la habilidad de reflejar a la Mente, Dios, que lo sabe todo, adquirí espontáneamente la capacidad y perspicacia necesarias que se adquieren mediante la instrucción. Mi salud mejoró a tal grado que no tuve ni siquiera necesidad de faltar a mi trabajo aprovechando los días que concedía la compañía por enfermedad. Estaba perfectamente bien de salud.

Años después tuve otra curación cuando padecí de una artritis severa. Estaba casi paralizada y tenía constantes dolores. No podía mover la cabeza, escribir a máquina y ni siquiera podía escribir mi nombre. Pero esta pesadilla también se disipó en la nada a través de la perseverante oración y por haber llegado a comprender que en realidad era yo el reflejo de Dios, y que jamás podía reflejar nada que no procediera de Dios. La artritis desapareció completa y permanentemente y estoy sana y activa.

Mi agradecimiento no tiene límites por la iluminación que la Sra.Eddy nos ha dado de la misión sanadora de Cristo Jesús, mediante Ciencia y Salud, lo cual nos permite compartir las verdades sanadoras como Jesús nos enseñó.


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