Mucha gente se siente fascinada con la muerte. Sin embargo, debiera, en vez, desarrollar un aprecio por la vida. La razón por la cual la gente experimenta tal fascinación es porque cree que comprende la vida pero sabe que no entiende la muerte. El hecho es que la mayoría de las personas todavía no comprenden la vida. Y hasta que la vida sea comprendida, la muerte continuará siendo un enigma.
A medida que empezamos a descubrir la naturaleza de Dios, vemos lo que es realmente la vida. Dios es la Vida misma. Y la Vida mantiene la inteligente continuidad de la perfección. El hombre es el representante de la Vida. El hombre no empieza con el nacimiento. Tampoco termina en la muerte. Es la expresión permanente, la idea espiritual de la Vida divina.
Pablo escribe: “El ocuparse del Espíritu es vida y paz”. Estamos vivos sólo en la medida en que nos ocupamos de lo espiritual. En el grado en que nos ocupamos de las cosas del mundo o de la carne, estamos probando la muerte. Como dice la declaración completa de Pablo: “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”. Rom. 8:6;
Aquí Pablo está contrastando dos estados de pensamiento. Lo espiritual representa nuestra consciencia verdadera y permanente. Es la esencia de la vida y existencia genuinas. Lo material representa un estado falso de pensamiento y existencia. Es la creencia de que el hombre está separado de la eterna presencia del Espíritu, la totalidad de la Vida.
Generalmente se piensa sobre la muerte como un suceso específico que excluye a la vida. Pero, ¿no sería más exacto describir a la muerte como la manera de pensar materialista en general? El suceso al cual la gente por lo común llama muerte, es, en realidad, sólo un incidente en el extenso reino del pensamiento materialista. El pensamiento materialista, ya sea crónico o agudo, excluiría nuestra vida verdadera — es decir, excluiría nuestro entendimiento de que el Espíritu es Todo. Por tanto, la muerte siempre debe ser desafiada. Debe ser vencida.
Pero, ¿qué decir acerca del cuerpo? ¿Qué le sucede a la persona cuando el cuerpo deja de funcionar? Esto origina un punto básico en las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. El cuerpo físico es esencialmente un concepto mental. Representa un estado material limitado de pensamiento. Y sólo hay una manera de abandonar las limitaciones representadas como un cuerpo material. Y ésta es crecer espiritualmente. A medida que espiritualizamos nuestro pensamiento, perdemos las limitaciones de la materialidad.
Estas limitaciones no desaparecen debido a la muerte. Debemos superarlas mediante nuestro progreso espiritual. El suceso llamado muerte, de por sí, no nos hace más espirituales; no nos libera de la materia. No es el fin de una persona. Es una transición — pero no el fin. En cierto sentido, nosotros como humanos estamos constantemente experimentando transiciones. Nuestra vida diaria está continuamente cambiando. Si hoy subiéramos a bordo de un avión y voláramos a otra parte del país, habríamos experimentado una clase de transición. Aunque el medio ambiente sea diferente, es obvio que no pensamos que hemos llegado a un fin. Aún somos nosotros mismos.
En algunos aspectos podríamos decir lo mismo acerca de la transición llamada muerte. Descubrimos, pues, que no morimos — que no llegamos a un fin. La Sra. Eddy explica: “El hombre no es aniquilado, ni pierde su identidad, al pasar por la creencia llamada muerte. Después que la creencia momentánea de que se está muriendo desaparece de la mente mortal, esta mente está aún en un estado consciente de existencia; y el individuo no ha sino pasado por un momento de extremo temor mortal, para despertar con pensamientos y una existencia tan materiales como antes. Ciencia y SaludCiencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. claramente explica que la espiritualización del pensamiento no se logra por la muerte del cuerpo, sino por la unión consciente con Dios”.Escritos Misceláneos, pág. 42.
El intrigarse con las diversas fases de la mentalidad material, aun acerca de la transición llamada muerte, es perder el tiempo. Esa transición es sencillamente un aspecto de las muchas creencias de la mente mortal. Si no hemos obtenido aquí un entendimiento total de que Dios es la Vida, y que el hombre es Su reflejo, entonces debemos continuar más allá de la transición procurando la espiritualización del pensamiento hasta que perdamos toda creencia de que el hombre es mortal o material.
Lo único acerca de nosotros que puede realmente morir — o llegar a un fin — es la falsa creencia de que el hombre puede ser separado de la Vida. Podemos decir que la muerte, la creencia en lo material, es lo único que puede morir. Y, en verdad, muere día a día, a medida que nos acercamos a la vida mediante la espiritualización del pensamiento.
El ocuparse de la carne es un enemigo, y así son todos sus aspectos. Es un concepto erróneo del ser. La muerte, en realidad, no es tanto un suceso que tengamos que enfrentar en años futuros, sino que es la mentira de que el ser es mortal. Esa mentira debe ser desafiada hoy mismo.
Cada día debiéramos crecer espiritualmente. Cada día debiéramos ocuparnos más de lo espiritual. La fascinación que nos pueda causar el cambio llamado muerte no nos enseñará nada acerca de la Vida. Lo que necesitamos es comenzar a aprender más acerca de la verdadera consciencia del ser en vez de sentirnos perplejos sobre los varios aspectos de la creencia mortal. Esos aspectos son similares en ambos lados del sepulcro. Hay tanta vida después de la muerte, como la hay después del nacimiento.
Cuanto más aprendamos acerca de la Vida, más pronto dejaremos de ocuparnos de la carne. El hombre ni nace en la materia ni muere a causa de ella. Nunca está separado de la perfección del Espíritu. Es una idea pura, viva, espiritual de la Mente.
