El Científico Cristiano que trata de encarar los problemas que amenazan a la humanidad, puede verse enfrentado por dos trampas diferentes. Una de ellas podría llamarse superficialidad teológica — echar a un lado con actitud despreocupada las condiciones perturbadoras diciendo: “Oh, eso no es real, no es nada, porque Dios no creó el mal.
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