Cuando amenazan condiciones mundiales volátiles, muchas personas recurren a la oración. La oración que encuentra las leyes de Dios aplicables al caso es un factor determinante en el restablecimiento del orden, o en obtener un orden más elevado. Algunas veces ya uno está orando específicamente sobre un tema tan adecuado a la situación mundial que no hace falta conocer a fondo los detalles de la situación.
Por ejemplo, puede ser que uno haya estado orando por mayor armonía en la familia, regocijándose en las verdades espirituales relevantes: que el hombre es la evidencia misma del ser concordante; que todo lo que está aconteciendo en la realidad divina es la expresión espontánea del orden de Dios; y que no hay nada ajeno a Dios y Su universo que pueda interrumpir este armonioso desarrollo.
Obviamente, estas verdades son universales y hacen que las leyes específicas de Dios actúen tanto sobre la situación mundial como sobre problemas personales. De hecho, este es el gozo de resolver nuestros problemas mediante la oración científica: la solución bendice a todo el mundo.
Sin embargo, si nuestras oraciones no han cubierto la fase específica que se necesita para bendecir la situación mundial — o, si no se ha estado orando — la situación misma puede encaminarnos a la adecuada oración.
Por supuesto, que uno, no estaría orando para que una situación mundial tenga una solución justa, si uno realmente creyera que el conflicto es una condición legítima, permanente, e irrevocable. El hecho de que oremos acerca de cualquier desorden es evidencia de que no creemos que el desorden tiene poder perdurable. El acto mismo de orar es una afirmación de que la situación cambiará según se aplique la ley de Dios a la situación. El problema no tiene ley continua que lo sostenga. Es una equivocación — una mentira acerca de lo que es verdadero.
Cristo Jesús se refirió al diablo como un mentiroso y dijo: “Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”. Juan 8:44; Una de las versiones de la Biblia, la “Revised Standard Version”, lo traduce así: “.. . es un mentiroso y el padre de las mentiras”. La importancia y practicabilidad de estas revolucionarias enseñanzas no han sido todavía percibidas totalmente. Hasta la más mínima comprensión de que el mal es engañoso, irreal, una mentira, le da cabida al Cristo — la Verdad salvadora que Jesús vivió y enseñó.
Podemos escuchar al mal — el diablo — y todo su falso testimonio una y otra vez, o podemos seguir otro curso. Podemos reconocer que el mal es una mentira, invertir su testimonio y, mediante la Ciencia, ver la verdad sobre la mentira.
Aun cuando estuviéramos considerando una crisis mundial, la clase de amenaza que se nos presenta a cada uno de nosotros varía. Algunos pueden ver una crisis particular como si estuviera amenazando su vida. Podemos partir de la mentira misma — la amenaza de muerte — y comenzar nuestra oración con la verdad opuesta, de que la Vida es Dios, Todo. Podemos afirmar que el hombre es espiritual, la manifestación de la Vida que existe por sí misma, y que nunca puede ser separado de la Vida.
Si la amenaza declara que nuestro medio de vida será interrumpido porque ciertas provisiones cesarán, podemos usar esa mentira para indicar lo contrario — la naturaleza ininterrumpida de la provisión del Amor. Si en vez, esta amenaza pareciera afectar a nuestro hermano, diciendo que pasará privaciones, podemos, mediante el entendimiento espiritual, insistir en la universalidad e imparcialidad de la bondad de Dios
Mary Baker Eddy nos ha indicado una manera clara y definida de tratar al error: enfrentándolo e invirtiéndolo, más bien que meramente analizándolo y explicándolo. Ella escribe: “La mentira, sin saberlo, sirve para confirmar la Verdad, siempre y cuando se le haga frente con la Ciencia Cristiana, la cual invierte el testimonio falso y adquiere un conocimiento de Dios por medio de hechos o fenómenos opuestos”.La Unidad del Bien, pág. 36;
Al obtener un conocimiento de Dios mediante la oración que invierte la evidencia falsa y amenazante, se logra mucho más que con sólo bendecir la situación inmediata. Hace que se progrese hacia el cumplimiento de la profecía de Habacuc: “Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”. Hab. 2:14;
¿No podría el gran adelanto de hoy en día en la rápida comunicación internacional de problemas llevarnos hacia el cumplimiento de esta profecía? Tal vez nos sintamos inclinados a desalentarnos cuando nos tropezamos con los problemas del mundo en nuestra propia sala mediante la televisión. Pero si nos damos cuenta de que al invertir la mentira obtendremos un conocimiento de Dios, puede ser que no nos apresuremos a apagar la televisión.
Hasta que cada rincón de la tierra esté lleno “del conocimiento de la gloria de Jehová”, debemos ser lo suficientemente sabios como para juzgar correctamente el mal. “¿Te asedia un peligro en el camino? — pues al invertirlo, una promesa espiritual te espera”,Message to The Mother Church for 1902, pág. 19. escribe nuestra Guía, la Sra. Eddy.
Al aceptar que una promesa espiritual — esa combinación de mandato y promesa — es lo opuesto al peligro, no nos sentiremos impotentes ante lo que parece ser un desastre inminente. Cuando hay amenaza, siempre podemos encontrar una promesa espiritual en la situación.
La experiencia cristiana total hace mucho más que calmar nuestros temores. Finalmente acaba con las situaciones amenazantes. El verdadero hombre espiritual no se atemoriza, porque en la creación — que es toda buena — no hay nada que temer.
Y éste es el “conocimiento de la gloria de Jehová” que llena la tierra cada vez que anulamos el error que se nos presenta. Hacerle frente a las mentiras del mentiroso, invertirlas con el entendimiento de la totalidad de Dios, es un sistema de oración científica que sana. El vivir y orar a la manera del Cristo, transforma un mundo amenazante en una tierra de promesas.
