Fundamentales para la demostración de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) son las verdades de que el Principio, el Ser Divino, al expresarse a sí mismo manifiesta su perfección eternamente, y que lo hace sin dilación o indecisión. Y sin esfuerzo.
Si la curación parece incierta, lenta o trabajosa, podemos analizar cuidadosamente la premisa de nuestra oración y pensamiento. He aquí un discernimiento importante de Mary Baker Eddy que podemos usar para juzgar nuestro enfoque: “El entendimiento a la manera de Cristo de lo que es el ser científico y la curación divina incluye un Principio perfecto y una idea perfecta, — Dios perfecto y hombre perfecto,— como base del pensamiento y de la demostración”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 259;
La oración y la demostración en la Ciencia Cristiana, al empezar con Dios, empiezan con la perfección. El hombre, considerado desde el punto de vista del Espíritu, es perfecto — tan perfecto como el punto de vista. El hombre, bajo el punto de vista de un mortal, es considerado mortal e imperfecto — tan imperfecto como el punto de vista. El hombre es tan intachable como lo es Dios porque el hombre es el reflejo de Dios. Dios es la fuente del ser ideal por siempre en desarrollo, revelándose a Sí mismo sin resistencia ni interrupción. Es así como Dios descansa. Y el hombre descansa disfrutando — realmente siendo — la eterna expresión de la Vida divina.
La base correcta para la demostración incluye el reconocer que el hombre no es una personalidad humana y finita que trata de reflejar a Dios. El hombre es el reflejo mismo. “El hombre refleja lo infinito”, dice la Sra. Eddy, “y este reflejo es la idea verdadera de Dios”.ibid., pág. 258; Este reflejo es la única identidad que uno realmente por siempre ha tenido y que por siempre tendrá. El reflejo de Dios no es un mortal espiritualizado ni un mortal espiritualizándose. El hombre jamás podría ser espiritualizado, porque siempre ha sido el reflejo del Espíritu. Sabiendo esto, lo demostramos en una vida más activa, en una manera de pensar más sana, en curaciones más rápidas.
Cualquier lucha que tengamos para demostrar la verdad del ser, será en exacta proporción a nuestro fracaso en aceptar el Principio e idea perfectos como base del pensamiento. El éxito que tengamos será en exacta proporción a nuestra percepción y convicción de la perfección de Dios y del hombre, como la base del pensamiento y la acción.
En la Ciencia, la curación no involucra gimnasia mental humana o manipulación mental. El método no científico lucha con la irrealidad material; pero la Ciencia Cristiana identifica la realidad divina. La habilidad para hacer esto requiere crecimiento espiritual. Identificar la realidad de la creación de Dios no es un acontecimiento sicológico o una ingeniosidad mental. Es espiritual y tiene autoridad divina.
El investigador de la Ciencia Cristiana encontrará que una de las bases seguras en esta Ciencia es tomar como punto de partida los sinónimos de Dios: Mente, Principio, Alma, Espíritu, Verdad, Amor, Vida. La teología de esta Ciencia es la base para su acción curativa. Esta teología es esencial para la práctica de esta Ciencia. Sin esta teología, la Ciencia sería una variante más de cura por la mente humana. Nuestra Guía, la Sra. Eddy, señala: “Toda Ciencia es divina, no humana, en origen y demostración”. Y luego añade: “Suprímase la teología de la curación mental y se suprime su ciencia, relegándola ni más ni menos que a una ‘cura por la mente’ humana — o sea, una mente humana gobernando a otra: por la cual, si usted concuerda en que Dios es Mente, admite que existe más de un gobierno y más de un Dios. Si usted no tiene un concepto verdadero de la teología curativa de la Mente, no puede comprender ni demostrar su Ciencia, y pondrá en práctica la creencia que usted tenga acerca de ella, en nombre de la Verdad. Ésta es la ‘cura por la mente’ mortal que produce el efecto del mesmerismo”.Escritos Misceláneos, págs. 58–59;
Al demostrar la Ciencia no somos simplemente dejados a merced de nuestros propios recursos, como estudiantes de matemáticas que tratan de hacer algunos cálculos en un examen y ya no cuentan con la dirección del profesor. Dios nos dirige. Y lo hace mediante el Cristo. Es el Cristo quien efectúa la comunicación, en realidad es la comunicación, la cual pasa de la consciencia perfecta y divina a la inadecuada consciencia mortal que parece ser nuestra. Esta mentalidad falsa y carente de luz es eclipsada por el resplandor de la consciencia divina que nos viene mediante el Cristo. Entonces, para el sentido humano, nuestro pensamiento es bendecido. Es espiritualizado más y más. Disfrutamos en mayor grado del “entendimiento a la manera de Cristo de lo que es el ser científico”. Aceptamos a “Dios perfecto y hombre perfecto” como base de la oración y de la demostración. Curamos. Somos más receptivos al tratamiento sanador. Nos sumergimos en las hasta entonces desconocidas profundidades de la inspiración. Somos bautizados en el Espíritu.
Cuando nuestra demostración de la Ciencia Cristiana descansa en la base correcta, sabemos que no nos preparamos para espiritualizar a una persona mortal (aun cuando para el sentido humano pueda parecer así) sino para reconocer que el hombre es eterna e infaliblemente espiritual.
Lo que la cura por la mente humana haría, sería reacondicionar temporalmente un sentido material y personal del ser. Faltándole la teología de la Ciencia, “remendaría” el sueño de vida en la materia manipulando ese sueño, no despertándonos espiritualmente de ese sueño.
El que las demostraciones de Cristo Jesús fueran tan significativas y tan inequívocas se debe a que se basaban en el ideal espiritual. “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”, Juan 5:17. dijo. En la teología de la Ciencia, no sólo Dios es perfecto. La perfección del hombre es la consecuencia de la unidad imperecedera de la Mente y la idea. La fuente divina, la Mente, y lo que esa fuente sabe (el hombre y el universo) constituyen la unidad del ser.
Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana siguen el modelo de las de Cristo Jesús. La demostración es el resultado del reconocimiento de la unidad que existe entre Dios y el hombre, como Cristo Jesús la reconocía. Y nuestras demostraciones dan testimonio de esta unidad. La demostración es la continua manifestación de la unidad divina ante la vista humana. Es la pruebe de que la percepción humana cede al sentido espiritual y al “entendimiento a la manera de Cristo de lo que es el ser científico”.
