La inquietud que se siente en el día de las elecciones — el aguijón de la duda acerca de por quién votar, o hasta si debemos o no votar — muestra la falibilidad del razonamiento humano que no recurre a la dirección de la sabiduría divina. Sin embargo, la respuesta a tales inquietudes no es la de prescindir de nuestro derecho a votar, sino la de usar este derecho inteligentemente, guiado por Dios — con la orientación y dirección del Padre, que es del todo sabio. La Biblia nos insta: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. Prov. 3:5, 6;
La Ciencia Cristiana explica que la ayuda de Dios no está limitada a la curación de enfermedades y pecados. Su cuidado abarca todos los aspectos de nuestra vida. Como Mente divina, Dios es una ayuda pronta y hábil en momentos de tomar decisiones. Invocamos la ayuda de Dios cuando reconocemos que Él es la fuente e impulso de todo buen pensamiento que llamamos nuestro. Nuestro deseo mismo de hacer la elección correcta, viene de Él. La inteligencia de pensar con independencia, la habilidad de elegir con discernimiento, la integridad de proceder desinteresadamente — todo ello evidencia la actividad de la voluntad de la Mente, que se expresa en nosotros y mediante nosotros. “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. Filip. 2:13; Las palabras de Pablo identifican la actividad del Cristo, la manifestación de Dios, en nuestra vida humana.
El derecho del votante a depositar un solo voto — el suyo — señala una verdad espiritual fundamental. Nuestra singularidad y distinción — no existe otra persona que sea exactamente igual a usted — están formadas y preservadas en la individualidad del ser de Dios. Somos nuestro “yo” inimitable, porque Él es el Ser infinito, sin igual. La Sra. Eddy declara: “La consciencia y la individualidad del hombre espiritual son reflejos de Dios. Son las emanaciones de Aquel que es la Vida, la Verdad y el Amor”.Ciencia y Salud, pág. 336; Al reconocer que Dios es la fuente de nuestra individualidad, apreciamos la oportunidad que provee nuestro voto único de expresar el derecho individual de autogobierno, sujeto solamente a la dirección de Dios.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!