La solución de los problemas de los adolescentes y los de sus padres se encuentra siempre en un concepto más elevado de Dios y del hombre. Estos problemas son la consecuencia de la falsa creencia de que el hombre es un mortal insatisfecho, egoísta, desobediente. Pero la Ciencia Cristiana enseña que el hombre es en realidad la idea completa, perfecta y espiritual de Dios. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy escribe: “Dios es la Mente paterna, y el hombre es el linaje espiritual de Dios”.Ciencia y Salud, pág. 336; Veamos cómo un mejor entendimiento de lo que es el hombre y de su relación con Dios puede ayudar a contestar algunas preguntas familiares de los adolescentes.
Muchos adolescentes preguntan: “¿No crees que soy lo suficientemente mayor como para tomar mis propias decisiones?”
Durante un tiempo son los padres los que mayormente toman las decisiones por sus hijos. Pero los padres muestran sabiduría si gradualmente y con gozo dejan de hacer esto a medida que el niño madura. ¿Qué hacer entonces si el joven desea actuar por su cuenta antes de estar preparado? ¿Quién decide cuando un niño está preparado? Las posibilidades de conflicto parecen ser infinitas.
Es muy natural que los padres deseen proteger a sus hijos de experiencias difíciles. Y lo hacen convencidos de que su forma de actuar es la única. A menudo insistimos en que nuestros hijos acepten nuestros puntos de vista y nos sentimos perturbados cuando se rebelan.
Éste es el momento para permanecer calmo y reafirmar en nuestro propio pensamiento la relación espiritual del hombre con su Padre-Madre Dios; para saber que la única Mente está guiando y gobernándolo todo. Un entendimiento más claro de la relación espiritual que cada uno de nosotros tiene con su Padre-Madre celestial nos capacita para ver que “nuestros” hijos son realmente “Sus” hijos, completos y maduros. Y puesto que la sabiduría proviene de Dios, la Mente que todo lo sabe, y el hombre es la expresión de esa Mente, los adultos no tienen el monopolio de la sabiduría. No podemos pretender delinear el bien que Dios ha planeado para Sus hijos.
Podemos encontrar ayuda adicional para solucionar los problemas entre padres e hijos dejando de mirar el inquietante cuadro de personalidades humanas en conflicto y ver la relación espiritual que cada uno de nosotros tiene con Dios. Los hijos de Dios son ideas espirituales completas, ahora y siempre. Como padres humanos podemos saber que nuestros hijos no tienen por qué pasar por un largo proceso para obtener sabiduría y habilidad. En la realidad, su verdadero origen no fue un embrión mortal. En verdad no están desamparados, no son débiles ni dependen de alguien, tampoco necesitan de un período de tiempo para obtener fortaleza y sabiduría.
Nosotros, como padres, podemos dejar de mirarnos como personas sabias tratando de corregir, dirigir o cambiar a una persona inmatura. Podemos dejar de ver a nuestros hijos como enojadizos, desagradecidos o tontos. Al mismo tiempo, el adolescente puede dejar de sentir que no lo comprenden, que es una víctima, que está acorralado y controlado por padres injustos e hipócritas.
Cuando ambas partes, los padres y los adolescentes, cambien los respectivos conceptos que tienen unos de los otros — cuando cambien de una perspectiva limitada y mortal a una ilimitada y espiritual — encontrarán que las tensiones de las relaciones humanas sanan en la medida en que entiendan que el hombre es armoniosamente gobernado por Dios.
A veces una de las lecciones más difíciles que los padres tienen que aprender es la de hablar menos y escuchar más, a practicar en vez de predicar. Nuestros hijos nos conocen bien. Nos ven cuando vivimos de acuerdo con nuestros altos ideales y cuando no lo hacemos.
Ellos ven la hipocresía que hay cuando la sociedad critica a los adolescentes por usar drogas mientras que los adultos usan píldoras para estimularse, calmarse, eliminar dolores de cabeza, de estómago, de espalda y para rebajar de peso. ¿Pueden quienes toman un cóctel para recrearse criticar a los jóvenes por fumar marihuana con el mismo propósito? ¿Pueden los adultos que desobedecen constantemente la ley al conducir a grandes velocidades en la carretera objetar que los jóvenes hagan precisamente lo mismo? ¿Pueden quienes leen novelas eróticas criticar a los jóvenes por poner en práctica estas lujuriosas fantasías?
Depender de las drogas, de la sensualidad y de otras formas de materialismo sólo muestra inseguridad y vacío interior. Este descontento es parte integrante del concepto falso y mortal que dice que el hombre está limitado y frustrado en todo sentido. Pero aquí podemos afirmar nuevamente la verdad de que el hombre es la expresión completa e ilimitada de Dios.
La Sra. Eddy escribe: “Preguntaos: ¿Estoy viviendo la vida que más se acerca al bien supremo? ¿Estoy demostrando el poder sanador de la Verdad y el Amor?” ibid., pág. 496; Cuando vivimos de acuerdo con nuestro más alto entendimiento de la idea-Cristo, nuestras acciones reflejan una vida que está de acuerdo con la Verdad y el Amor. Esto instruirá mucho más a nuestros adolescentes que todos los sermones que jamás se hayan predicado sobre el pecado. Dejemos que nuestra vida, en lugar de discursos, enseñen.
Pero muchas veces el reclamo es: “Mamá, ¿por qué no puedo hacer esto? Todo el mundo lo hace”.
Este estribillo tan conocido expresa a veces el deseo de ser como los demás. El deseo de hacer lo que hacen los demás proviene a menudo del temor y de la inseguridad. Podemos ayudar a nuestros hijos a reemplazar cualquier concepto falso temeroso que tengan de sí mismos con la verdadera visión del hombre, a quien Dios le da dominio sobre toda la tierra. El entendimiento espiritual fortalece el valor para pensar y actuar por uno mismo correctamente. La Sra. Eddy escribe: “Para la verdadera felicidad, el hombre debe armonizar con su Principio, el Amor divino; el Hijo debe estar de acuerdo con el Padre, en conformidad con Cristo”.ibid., pág. 337;
“¿Por qué soy tan feo?” y “Odio mi aspecto”, pueden ser un ansioso clamor. Una vez más, el adolescente expresa una opinión basada en una visión falsa y física del hombre. Las teorías materiales nos dicen que los cambios rápidos en la química del cuerpo de un adolescente pueden causar problemas como manchas en la piel o exceso de peso, que pueden provocar sensación de ansiedad e inseguridad. Los padres pueden rechazar estas teorías y alentar a los adolescentes a ver al hombre como una entidad espiritual en lugar de física. El hombre que Dios hizo no nace en la materia, no es incompleto ni tiene que luchar para llegar a la madurez. Es siempre espiritual y está siempre en el punto de la perfección, equilibrado y sereno en el Espíritu. Es la expresión total de la hermosura del Amor, de la sustancia del Espíritu y del gozo del Alma. El mantener estas verdades en la consciencia liberará a nuestros adolescentes de desequilibrios físicos y de los resultados que originan: la timidez y el desprecio de sí mismo.
¿Por qué no confías en mí? es una pregunta que no debemos esquivar.
¿Nos preocupa alguna duda acerca de la habilidad de nuestros hijos para resistir los halagos del mal? Si hacemos de la bebida, del fumar o del sexo realidades que asustan, o si tratamos de proteger a nuestros hijos de todo esto regulando fuertemente cada momento de su vida, ¿les ayudará esta actitud a enfrentar las tentaciones?
Aislar a nuestros hijos del mundo o tratar de mantenerlos bajo nuestras riendas, no es la respuesta. Estas acciones revelan nuestra propia ineptitud para reconocer la relación ininterrumpida y eterna de Dios con el hombre y el universo. Los hijos necesitan desarrollar la disciplina propia para responder solamente al bien. Los ayudamos a que hagan esto cuando mentalmente los dejamos ir, negándonos a creer que son mortales tontos con tendencias pecaminosas.
Si creemos que nuestros hijos son puros y buenos mientras que los hijos de otras personas son pecadores y peligrosos, necesitamos entender y probar que el hombre, como idea, es universalmente bueno, puro, hermoso y que está bendecido por su Padre-Madre Dios. En realidad, el cielo, la armonía — la presencia total, el poder y el amor de Dios — está aquí, ahora y para siempre.
A la luz de la totalidad de Dios necesitamos afirmar la inocencia de nuestros hijos, su capacidad para responder al bien. Necesitamos saber que están siempre bajo el cuidado de su Padre. El ser digno de confianza es una cualidad natural del hombre. Cristo Jesús confirmó nuestra perfección cuando dijo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Mateo 5:48.
Nuestras experiencias reflejan nuestro estado de pensamiento. Las relaciones humanas y las condiciones materiales responden a la espiritualización de nuestra consciencia, permitiendo que el ideal del Cristo gobierne nuestro creciente entendimiento de la verdadera naturaleza de los padres y de los hijos. Las soluciones de los problemas de identidad, conformidad, inseguridad y falta de confianza ya están en la relación eterna que existe entre la Mente y la idea de la Mente, el hombre.
