En verdad todos somos
“piedras vivas”
en el templo de nuestro Dios,
no estamos agobiados
por la materia inerte
ni cargados de pesadez
cual peñascos aferrados.
¡Somos piedras vivas!
livianas, mas no efímeras,
teniendo
firmeza de propósito
y la fluidez de la alegría
demostrando
la hermosura del Amor
la santidad del Espíritu
la vivacidad de la Mente:
Somos piedras vivas
cortadas de la roca de la Verdad
que levantan un templo de alabanza
al Dios eterno.
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