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[Escrito a la edad de 14 años]

Soy alumno de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.

Del número de febrero de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Soy alumno de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Estudio violín y a veces toco con el pianista en la Escuela Dominical. Un verano tuve un accidente cuando montaba mi pequeña motocicleta. Me habían dicho que no la usara, pues el manubrio estaba descentrado y también otras partes andaban mal. El pensamiento de cuán divertido sería montarla y llevar a mi amigo en ella, me hizo olvidar lo que me habían dicho. Así es que fui a buscar a mi amigo y partimos. Las condiciones del manubrio me asustaron y viré hacia la entrada del garage de mi hermano para detenerme, y había un vehículo allí. Los frenos me fallaron. Metí la mano en el silenciador tratando de parar, y la cadena me pescó el dedo meñique y me lo cortó hasta casi arrancármelo totalmente y le trituró la mayor parte de los huesos.

Mi hermano me llevó al hospital, y allí el personal llamó a mi tío, que era con quien yo vivía, y él acudió; pero no le dijo nada a mi tía, quien es la Científica Cristiana en la familia. Oré algo de lo que había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, pero no mucho, pues me hallaba demasiado afligido por lo acaecido. Finalmente mi tío llamó a mi tía y le dijo que el médico había diagnosticado que perdería el dedo así es que lo mejor sería proceder a amputarlo de inmediato. Los huesos triturados eran el problema. Mi tía dijo: “¡No. Positivamente no, absolutamente no! Di al médico que le coloque el dedo en su lugar y se lo cosa”. Así lo hizo el médico. Entonces me envió a casa con una gran y larga lista de cosas que hacer en caso de envenenamiento de la sangre y por si sentía dolor. Dijo que no habría circulación de sangre en el dedo.

Mi tía, además de hacer bastante trabajo metafísico en la Ciencia Cristiana, pidió ayuda a una amiga de la familia quien hace magnífico trabajo en la Ciencia Cristiana. Ella conoce el poder sanador de Dios, y cuando comenzó a orar por mí sentí “del Verbo el poder”, como lo dice uno de los himnos de la Sra. EddyNota del Editor (Himnario de la Ciencia Cristiana, No. 298):.

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