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La función sanadora de la ley de Dios

Del número de febrero de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La ley de Dios revela lo que Dios es. Interpreta y demuestra la verdad del ser de Dios en términos en que la consciencia, dondequiera que se halle, pueda comprender. En este planeta la consciencia es predominantemente humana, y el lenguaje de la consciencia humana entraña el conflicto entre el bien y el mal. De manera que la ley de Dios interpreta y demuestra, en términos del triunfo del bien sobre el mal, que Dios es Todo y que Su bondad excluye al mal.

En la realidad absoluta — en el universo de Dios — Dios es el único Principio, la única Mente, la única Alma. Todo lo que existe está en y es de este Principio, Mente, Alma, y el hombre es la concepción, el resultado, la emanación de este infinito Uno. En Dios y el hombre, entonces, no hay imperfecciones, no hay pensamientos o actos que no sean inteligentes, no hay individualidades además del único Yo soy, que refleja su propia individualidad infinita. Mas para que la consciencia humana comprenda todo esto, tiene que atestiguar el triunfo de la perfección sobre la imperfección, el triunfo de la inteligencia sobre la falta de inteligencia, el triunfo de la actividad del Amor sobre el testimonio del egoísta egotismo.

Durante siglos la Biblia ha sido, para gran parte de la humanidad, la guía básica para la fe y la esperanza porque muestra cómo la ley de Dios ha interpretado la inmaculada verdad en términos humanos. Habla sobre la destrucción de las fuerzas egipcias cuando perseguían a los israelitas a través del Mar Rojo; acerca de Elías que con su sagacidad no sólo sobrepasó la astucia de los profetas de Baal, sino que los aniquiló; acerca de David que afirmó que Goliat no tenía poder porque estaba desafiando al ejército de Jehová, y después demostró lo que había afirmado enfrentándolo sin armadura, tan sólo con una honda de pastor, y derrotándolo. Éstos y muchos otros incidentes que se relatan en el Antiguo Testamento, declaran vívidamente el hecho de que Dios es verdaderamente Todo y que todo lo que quisiera parecer oponerse a Dios, en realidad no sólo no tiene poder, sino que es inexistente. En cada caso, pese a que la oposición parecía formidable, ésta fue incapaz de resistir la prueba de la verdad.

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