La violencia no tiene por qué seguir su curso desenfrenado; puede ser detenida en seco.
¿Suena esto demasiado quimérico para ser práctico?
Por supuesto que no. No existe ley de Dios que diga que el mal debe extenderse antes de gastarse. Lo que Dios ha decretado es el fin — la completa inexistencia — de la violencia, y Su veredicto continúa inalterado por siempre: “Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni quebrantamiento en tu territorio”. Isa. 60:18; Quienquiera que invoque la ley de Dios de paz y libertad puede anular para sí mismo y para los demás todo aquello que quebrante la voluntad divina.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!