Quien haya sufrido la destrucción de esperanzas acerca de una carrera, relaciones humanas, o una combinación de estas pruebas, puede sentir que años preciosos han sido totalmente malgastados y que deben considerarse perdidos. La Biblia, sin embargo, dice: “Amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”. 2 Pedro 3:8;
¿Podría un Dios eterno crear al hombre sujeto a los mandatos del tiempo y a las pérdidas ocasionadas por éstos? No. Éstas son creencias mortales, no conceptos de la Mente que es Amor infinito.
En nuestra verdadera identidad como ideas inmortales reflejamos el ser de Dios, la compleción del Espíritu. Ahora podemos reconocer nuestro estado espiritual verdadero y vivir diariamente la integridad de este ser verdadero. Si hemos estado luchando para lograrlo y, sin embargo, todavía tenemos desilusiones, retrocesos, aun fracasos, no debemos pensar que algo verdadero se ha perdido. El verdadero valor de nuestra vida no está determinado por los éxitos o fracasos que hayamos tenido en cierto período de tiempo. En el libro de texto de la Ciencia Cristiana por la Sra. Eddy, ella escribe: “El tiempo es un pensamiento mortal, cuyo divisor es el año solar. La eternidad es la medida de Dios para los años llenos de Alma”.Ciencia y Salud, págs. 598—599; La obediencia al Cristo nos trae recompensas eternas.
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