Hace muchos años, en los tiempos de la Biblia, después de una guerra entre naciones, el ejército triunfante se llevaba a sus casas como esclavos a algunas de las personas que habían conquistado. Esto le sucedió a una pequeña niña de Israel cuando los sirios atacaron a su país. La Biblia nos habla acerca de esto en 2 Reyes, Capítulo 5.
Allí se refieren a ella como “una muchacha” a quien habían tomado como esclava en la casa de Naamán, capitán del ejército de Siria, para que le sirviera a su esposa. Este capitán tenía una enfermedad llamada lepra. Pero él era un hombre bueno, y la pequeña muchacha quería ayudarlo.
En vez de estar resentida y odiar a su amo por haberla capturado y separado de su pueblo, ella quería que él sanara. La muchacha sabía que Dios podía curar y sabía de Eliseo, el profeta que estaba en Samaria. Él resucitó a un niño que había muerto y también había hecho otras cosas maravillosas pues era un hombre santo. De manera que la niña le dijo a la esposa de Naamán que Eliseo podía sanar a su esposo.
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