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Una muchacha que amaba mucho

Del número de marzo de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace muchos años, en los tiempos de la Biblia, después de una guerra entre naciones, el ejército triunfante se llevaba a sus casas como esclavos a algunas de las personas que habían conquistado. Esto le sucedió a una pequeña niña de Israel cuando los sirios atacaron a su país. La Biblia nos habla acerca de esto en 2 Reyes, Capítulo 5.

Allí se refieren a ella como “una muchacha” a quien habían tomado como esclava en la casa de Naamán, capitán del ejército de Siria, para que le sirviera a su esposa. Este capitán tenía una enfermedad llamada lepra. Pero él era un hombre bueno, y la pequeña muchacha quería ayudarlo.

En vez de estar resentida y odiar a su amo por haberla capturado y separado de su pueblo, ella quería que él sanara. La muchacha sabía que Dios podía curar y sabía de Eliseo, el profeta que estaba en Samaria. Él resucitó a un niño que había muerto y también había hecho otras cosas maravillosas pues era un hombre santo. De manera que la niña le dijo a la esposa de Naamán que Eliseo podía sanar a su esposo.

Al principio Naamán estaba lleno de orgullo y dudó cuando Eliseo le dijo que se lavara en el río Jordán, pero al superar esto y obedecer al profeta, sanó. Así fue que la muchacha esclava le hizo un gran favor a su amo, y ¡qué agradecido debe haber estado!

Cristo Jesús dijo a sus seguidores que debían amar a sus enemigos. Si alguien no es bondadoso con nosotros, recordemos a la muchacha que fue muy bondadosa en lugar de tratar de vengarse. La persona que nos ha dicho o nos ha hecho algo malo, es posible que no necesite la misma ayuda que Naamán, pero ciertamente puede necesitar de nuestro amor. Cuidemos de esa persona como lo hizo la muchacha esclava. Tal vez hasta tengamos la oportunidad de compartir la verdad sanadora de la Ciencia Cristiana que estamos aprendiendo. Si escuchamos a Dios, Él nos dirá lo que conviene que hagamos.

En Ciencia y Salud la Sra. Eddy, refiriéndose a Jesús, dice: “El probó que la Vida no muere y que el Amor triunfa sobre el odio”.Ciencia y Salud, pág. 44. Si somos cristianos, amamos siempre. Y el amor conduce a la curación.

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