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El alcance de la curación en la Ciencia Cristiana

Del número de marzo de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Jesús ordenó a sus seguidores que sanaran a los enfermos, no limitó la curación a ciertas clases de enfermedades. Por su ejemplo, probó que la ley de Dios opera eficazmente para responder a todas las necesidades.

Ya fuera un lisiado, inválido por treinta y ocho años, o una mujer encorvada por más de dieciocho años, esa persona recibía la curación sin que Jesús preguntara el nombre de la enfermedad o su historia clínica. Con discernimiento el Maestro aplicaba la ley de Dios, la cual sanaba el caso. Tales curaciones ocurrieron tan prontamente como cuando sanó la lepra, la ceguera o el pecado. Hasta llegó a efectuar la curación quirúrgica para él mismo durante sus tres días en el sepulcro.

La naturalidad del bien — la perfección espiritual de la creación de Dios — era tan claramente percibida por Cristo Jesús que ello le confirió consciente autoridad espiritual sobre las falsedades acerca del hombre. Cuando el centurión le pidió que ayudara a su criado que estaba paralítico, Jesús respondió espontáneamente: “Yo iré y le sanaré”. Mateo 8:7; No tuvo la menor duda. Y naturalmente el criado sanó. Jesús estaba tan seguro de que el poder sanador pertenecía a Dios que muchos que vieron sus curaciones también lo comprendieron, y glorificaron “a Dios, que había dado tal potestad a los hombres”. 9:8;

El alcance de esta curación por medio del Cristo demostró claramente que el poder de Dios es espiritual — enteramente independiente de remedios materiales. Jesús enseñó a sus discípulos a que comprendieran y utilizaran esta ley divina. Los relatos bíblicos de su ministerio sanador incluyen una ocasión en que Pedro y Juan sanaron instantáneamente a un hombre que jamás había caminado. Los Evangelios nunca indican que Jesús o sus discípulos abogaran por un método material de cirugía.

En el primer capítulo del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, la Sra. Eddy habla sobre la oración. Uno de los hechos que aprendemos del párrafo inicial es que para sanar, también nosotros debemos comprender a Dios y tener una fe absoluta en Su poder incontrovertible para cuidar de Sus hijos. Dios es la Mente divina, el creador único. Su creación es la expresión de Su propia naturaleza, y Él es el bien infinito. Dios es Amor divino, cuya voluntad es que Su creación sea eternamente bendecida. La Biblia nos asegura: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”. Lucas 12:32; Y puesto que Dios es omnipotente, no existe fuerza contraria que pueda impedir el cumplimiento de lo que a Él “le ha placido”.

La curación según la Ciencia Cristiana restablece el método del Maestro, el método sanador a la manera del Cristo. Es la aplicación de la irresistible ley divina que él utilizó. La Ciencia destruye la enfermedad, a pesar de cómo definan el caso las teorías médicas — ya sea crónico o agudo, orgánico o funcional, sicológico o que necesite cirugía.

Una curación efectuada por la Ciencia divina restaura al paciente a su integridad física normal, pero hace algo más importante. Acelera su progreso hacia la ascensión por encima de las creencias mortales. Toda curación verdadera es un despertar espiritual — un conocimiento mayor de la unidad del hombre con Dios, de Su amor infinito por Su creación y de Su poder para preservarla. Cada curación debiera suscitar un deseo para cultivar el carácter cristiano.

Cuando tenemos la clara convicción espiritual de que la Mente divina no puede producir ni permitir un defecto o un accidente, contamos con una base firme para que la curación se manifieste aun en casos que parecieran requerir cirugía. El creador mantiene la integridad y perfección del hombre porque Él mismo permanece perfecto. Todo lo que es necesario para la continuidad del ser completo del hombre es la propia perfección inalterable de Dios.

Al dar respuesta a la pregunta: “¿Ha caído el hombre de un estado de perfección?” la Sra. Eddy escribe: “Si Dios es justo y eterno, el hombre como Su semejanza es recto en bondad y perpetuo en la Vida, la Verdad y el Amor. Si la gran causa es perfecta, su efecto es perfecto también; y causa y efecto en la Ciencia son inmutables e inmortales”.Escritos Misceláneos, pág. 79; Comprendiendo esto, vemos que no es menester que una condición física anormal sea más terrible que otra.

¿Quién es el paciente que la Ciencia Cristiana sana? No es un cuerpo material, sino la consciencia humana engañada por la creencia de sufrimiento o trastorno. Ésta es la razón por la cual un diagnóstico físico no es un factor para llevar a cabo la curación. Al examinar la materia en lugar de la mentalidad, tal diagnóstico ignora aquello que necesita corrección y, de hecho, nos dirige hacia la dirección equivocada.

La práctica médica considera que el hombre puede lesionarse o enfermarse y luego utiliza métodos materiales para subsanar su visión del hombre. La práctica de la Ciencia Cristiana ve al hombre intacto en su perfección a la semejanza de Dios, sin necesidad de restauración o reconstrucción alguna. Esta Ciencia trae a la consciencia del paciente la luz del Cristo, la Verdad, que elimina el temor y la falsa creencia en lesión o enfermedad y deja al individuo libre para ser él mismo — el hombre creado y sostenido por Dios. En el libro de Romanos leemos: “Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. Rom. 12:2;

Ciencia y Salud asevera lo siguiente: “La curación corporal en la Ciencia Cristiana resulta ahora, como en tiempos de Jesús, de la operación del Principio divino, ante el cual el pecado y la enfermedad pierden su realidad en la consciencia humana y desaparecen tan natural y tan necesariamente como las tinieblas ceden a la luz y el pecado a la reforma”.Ciencia y Salud, pág. xi; Es “en la consciencia humana” el único lugar donde existen dificultades físicas — como una fase de la creencia falsa.

En otra parte la Sra. Eddy escribe: “La Ciencia Cristiana siempre es el cirujano más hábil, pero la cirugía es el ramo de su método curativo que será el último en ser reconocido. No obstante, es justo decir que la autora ya tiene en su poder relatos bien refrendados de curas tanto de huesos fracturados como de articulaciones y vértebras espinales dislocadas, que fueron efectuadas por ella misma y sus alumnos, utilizando sólo la cirugía mental”.ibid., pág. 402.

Ciencia y Salud incluye un capítulo sobre “Los Frutos de la Ciencia Cristiana”, que contiene relatos de curaciones provenientes directamente de quienes las obtuvieron exclusivamente mediante el estudio de este libro de texto. Incluyen condiciones que desde el punto de vista médico habrían requerido cirugía, tales como tumor fibroso, catarata y hernia.

Curaciones actuales efectuadas mediante cirugía mental, que aparecen en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, y se relatan en las reuniones vespertinas de los miércoles en las iglesias de la Ciencia Cristiana, aportan evidencia convincente de lo eficaz de la Ciencia Cristiana para sanar tales casos.

La Mente divina forma su idea, el hombre, a su semejanza. Ésta es la única forma que el hombre siempre tendrá — inmutable e indestructible en su belleza y sustancia espirituales. El hombre es la misma gloria de Dios expresada. La continuidad ininterrumpida de la perfección de Dios es una garantía de la perfección del hombre.

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