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Defensa propia científica

Del número de marzo de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hoy en día se necesita una continua defensa en la que pueda confiarse — contra la calumnia, la agresión criminal, la enfermedad, la superstición, el ocultismo, etc. Solamente la Verdad absoluta proporciona una defensa infalible.

A la luz de la Verdad, la creencia común de que fuerzas peligrosas nos rodean, y que pueden atacarnos en cualquier momento, es claramente errónea. El verdadero ambiente no contiene ni una sola fuerza malévola de la cual haya que defenderse. En realidad, vivimos en el Espíritu divino. En el universo benéfico de Dios, Él es supremo, y no existe otro universo. Su presencia nos protege contra toda forma de maldad. De hecho, Su presencia excluye la existencia de la maldad, porque el mal no puede existir donde Dios está. El hombre es Su hijo amado, exento de todo accidente, radiaciones peligrosas, defectos hereditarios o congénitos y de decrepitud.

Estos hechos espirituales son, por cierto, contrarios a las apariencias. Bien puede uno preguntarse: ¿Se puede en realidad estar totalmente libre del mal? La percepción espiritual, impartida por Dios, la Mente divina, muestra que sí se puede. La Ciencia Cristiana proporciona los medios para probarlo, paso a paso, en la vida diaria. Muestra que el punto de vista del Salmista es verdadero: “Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. .. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada”. Salmo 91:2, 9, 10;

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