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En el fulgor de la revelación

Del número de abril de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Del mismo modo que el alba sigue a la noche obedeciendo a una ley que ninguna acción humana puede iniciar o detener, del mismo modo la revelación de la Ciencia del cristianismo ilumina a la humanidad en obediencia a la ley divina. Las Escrituras la profetizan y el Maestro la anunció. La llamó el Consolador, que vendría en el cumplimiento del tiempo y conduciría a la humanidad a toda la verdad. Nadie hizo que la revelación ocurriese pero la consciencia de Mary Baker Eddy fue la transparencia a través de la cual brilló. Esto establece el lugar de ella en la historia para todos los tiempos futuros e identifica su singular relación con la Ciencia Cristiana como su Descubridora y Fundadora y por siempre Guía de su movimiento. A medida que el tiempo sigue su curso, el mundo llegará a reconocerla y honrarla más y más. Los Científicos Cristianos, también, la amarán cada vez con mayor comprensión.

Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras es el libro de texto de la Ciencia Cristiana. La Sra. Eddy no escribió este libro basándose en su propia inspiración. La revelación se manifestó y ella fue su escriba. Con el correr de los años, a medida que la revelación continuó manifestándose y adquirió mayor brillo, la Sra. Eddy revisó el libro hasta que finalmente tuvo la certeza de que contenía, para todo tiempo futuro, la exposición completa y final del cristianismo puro que Cristo Jesús había traído al mundo.

Cuando el estudiante estudia Ciencia y Salud, sus páginas brillan con una luz cada vez más profunda y amplia. Los pasajes que ha leído centenares de veces adquieren nuevo fulgor. Las palabras se revisten de nuevos significados y se observa una nueva luz. Ésta es verdaderamente la “nueva lengua” del Espíritu, la cual habla a toda persona en el lenguaje que puede comprender desde el punto de vista de su crecimiento espiritual actual, y en esas páginas encuentra a su Guía y amiga. La Sra. Eddy nos dice así: “Quienes me buscan en persona o en otra parte que en mis escritos, me pierden en lugar de encontrarme”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 120; La Guía y la Ciencia nunca pueden estar separadas.

Sin embargo, el mundo no está satisfecho con esta explicación. Está acostumbrado a las biografías y autobiografías. La diferencia entre ambas es que en la autobiografía la persona puede revelar su propia experiencia: sus pensamientos y aspiraciones más profundos, sus luchas, sus triunfos y victorias, en la medida en que sea posible narrarlos, si bien nunca podrá expresar con palabras las alturas y profundidades de sus oraciones y de todo lo que ve y es. La biografía es un relato de un tercero, idealmente con la mayor honestidad de apreciación y exactitud de que el autor es capaz, de lo que se manifiesta externamente como realización y experiencia vital de otro.

¿Quién fue Mary Baker Eddy, esta gran Guía? ¿De dónde vino? En una nueva nación, en una región remota, emergió una figura humilde, desconocida para el mundo, quien iba a sacar a luz una verdad que conmovería al mundo, revelando la absoluta bondad de Dios, que es Todo-en-todo, y no tiene opuesto.

Esta revelación emergió lentamente en absoluta quietud y serenidad. No apareció con una gran conmoción; se desarrolló y creció en su pensamiento y, según se iba desarrollando, ella se la daba al mundo. A medida que el mundo ha ido sintiendo el efecto de estas profundas verdades espirituales ha habido una enorme agitación y una tremenda fermentación. Sin embargo, aún hoy día, después de más de cien años, una gran parte del mundo todavía no reconoce la existencia de esta revelación, a pesar de que la humanidad en alguna medida ha sentido su influencia.

La Sra. Eddy no aspiraba a la grandeza. Se alejó de ella, pero salió al mundo como una persona de enorme fortaleza, una fortaleza que cada vez se irá sintiendo y reconociendo más con el correr del tiempo.

La Sra. Eddy escribió lo que algunos han llamado una autobiografía, una obra muy pequeña que tituló Retrospección e Introspección, esto es, mirando hacia atrás y hacia adentro. En ella nos da una brevísima narración de sus antecedentes humanos y continúa el relato de sus actividades durante los años de la fundación de su Iglesia: nos da una percepción de sus íntimos pensamientos y de la forma en que trabajó y oró. El índice revela capítulos con estos títulos: “Salida a la luz”, “El gran descubrimiento”, “Trabajo de fundación” y “ ‘Apacienta ovejas’ ”. Nos habla de su decisión de cerrar su colegio, de las asociaciones y de la fundación de la primera publicación periódica. Luego vienen los capítulos titulados “Piedras fundamentales”, “La gran revelación” y otros, terminando con “Admonición”, “Ejemplificación” y “Señales del camino”. Quien lea el índice, querrá leer todo el libro.

En otra de sus obras encontramos una carta a un clérigo que tenía gran interés en verla personalmente: “Si yo me permitiera el agradable pasatiempo de ver su ser personal o le diera la oportunidad de ver el mío, no me vería usted de ese modo, pues no estoy allí. Me he elevado para mirar, esperar, vigilar y orar por el espíritu de la Verdad que nos aleja de la persona y nos lleva del cuerpo al alma, a la verdadera imagen y semejanza de Dios”.ibid., pág. 119; En un sentido muy importante todos sus escritos son su autobiografía, pues registran las profundidades por conducto de las cuales hizo frente a los desafíos de la vida.

Por eso, cuando la buscamos la encontramos en sus escritos. La Sra. Eddy dice así a sus seguidores: “Todavía estoy con vosotros en el campo de batalla, marchando hacia adelante, con miras más amplias y elevadas, y con la esperanza de que me seguiréis”.Escritos Misceláneos, pág. 136;

¿Qué hay, pues, de una biografía? ¿La necesitamos? Por cierto que sí.

La experiencia vital de la Sra. Eddy ha suscitado gran controversia en el mundo. Circulan libros, artículos y programas que manifiestan una gran injusticia y falta de comprensión, prejuicio, odio y falsedades, muchos de ellos basados en acontecimientos de su vida sacados de su contexto y distorsionados por ignorancia o maldad. El Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana corrige esos errores mediante cartas a los directores de periódicos, artículos periodísticos, etc., pero esos libros se siguen escribiendo y siguen circulando. No es posible dejar que estos ataques se proyecten hacia la posteridad y que la única respuesta sea una corrección parcial. Es menester contar con libros y otros programas sustanciales de carácter correctivo. La sede del movimiento, por lo tanto, aprueba respuestas más extensas de exactitud documentada.

Como el Maestro, la Sra. Eddy reprendió el pecado, desenmascaró la hipocresía y expresó amor a pesar de la calumnia y el odio. Los Científicos Cristianos, también, acaso tengan que ver en términos humanos de qué manera su Guía encaró estos desafíos para poder seguir su ejemplo de seguir al Cristo, aceptar su visión y sacar provecho de su sabiduría.

Una biografía de esa índole, leída sin prejuicio, despierta un gran amor por esta Guía intrépida, que manifestó tanta valentía e insistió ante sus seguidores en la necesidad de que sus vidas demostraran el Principio divino y el poder sanador del Cristo.

Hay también otro aspecto de la obra de la Sra. Eddy que se debe tener en cuenta: su papel de Pastora Emérita. Los hechos están relatados en su libro Pulpit and Press (Púlpito y Prensa; véanse las páginas 86 y 87). El Edificio Original de La Iglesia Madre había sido dedicado recientemente y la Sra. Eddy había ordenado la Biblia y Ciencia y Salud como pastor de la Iglesia. Sin embargo, la Junta Directiva le escribió ofreciéndole la iglesia como un obsequio e invitándola a ser su pastora permanente. La Sra. Eddy gentilmente rehusó ambos ofrecimientos y contestó con estas palabras: “Si en algo os sirviera de consuelo, nombradme Pastora Emérita, nominalmente. Por medio de mi libro, vuestro libro de texto, ya os hablo todos los domingos”.

El adjetivo “emérito” por lo común se aplica a quien se ha retirado, con honores, de una carrera profesional; sin embargo, la Sra. Eddy nos está diciendo que continúa hablándonos activamente todos los domingos por conducto del libro de texto.

En el Manual de La Iglesia Madre se refiere a sí misma con la denominación de Pastora Emérita más de cuarenta veces. En la página 21, encabezando la lista de dignatarios de la iglesia, la “Rev. Mary Baker Eddy, Pastora Emérita” figura como la única dignataria permanente. Mientras la raza humana continúe, este nombre permanecerá en tanto que los otros dignatarios cambiarán.

La palabra “pastor” tenía originalmente el significado de pastor de animales. El pastor alimenta y cuida su rebaño y lo lleva a lugares de delicados pastos, junto a aguas de reposo. El pastor saca las espinas, limpia los rasguños y venda las heridas.

Todo esto proyecta la luz del Amor sobre el Manual, del cual la Sra. Eddy dice en uno de los Estatutos finales: “Es único, singularmente adaptado para dar forma al pensamiento germinante, rodeándolo de Amor divino”.Manual, Art. XXXV, Sec. 1; En consecuencia, el Manual es un gran instrumento del Amor. Dentro de su marco deja un espacio sin trabas para que el movimiento se desarrolle y extienda. A lo largo de todas sus páginas se manifiesta el amor del Amor, en su forma de pastor, reflejado por nuestra Guía. Todos los estatutos son pertinentes, prácticos, actualizados e inspirados. Ninguno de ellos podrá jamás cambiar. Ninguno tendrá jamás que cambiar. No son normas y reglamentos rígidos, sino modalidades del Amor. Cada uno de ellos tiene el propósito de custodiar, guiar y bendecir al miembro individual, a la organización en su conjunto y a toda la humanidad. Así como revisó el libro de texto a medida que la luz de la revelación brillaba con más y más fulgor, la Sra. Eddy revisó y amplió este pequeño volumen hasta que al final mismo de su carrera terrenal supo que estaba terminado y que era completo y permanente.

A decir verdad, en las palabras del profeta Isaías: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”. Isaías 9:2. Con la compleción y carácter definitivo de la Verdad, la revelación, dotada de fulgor y gloria, resplandece a lo largo de toda la vida de esta valiente luchadora cristiana y amiga de la humanidad.

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