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El significado que la Pascua de Resurrección tiene para todos

Del número de abril de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Qué es lo que la Pascua de Resurrección conmemora? Por cierto no conmemora la tragedia, sino el triunfo, ni la tristeza, sino el gozo. Las primeras líneas de un himno por Frances Thompson Hill, que a menudo se canta en esta época, son elocuentes de por sí:

Hoy cantemos a la Pascua;
su alegría eterna es.Himnario de la Ciencia Cristiana, No. 413;

La Pascua tiene un significado profundo para todos los cristianos, quienes observan esta época como la conmemoración de uno de los más grandes momentos de la historia religiosa — la resurrección de la tumba del cristiano por excelencia, Cristo Jesús. Para sus discípulos, este acontecimeinto destacó la prueba indisputable de que el hombre es inmortal, y dio significado a sus vidas, y esperanza a todos los hombres.

Cuando una sociedad hostil sometió al mejor hombre del mundo a sufrir la muerte de un criminal, la Biblia nos relata que “el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo”. Mateo 27:51; Aunque en ese entonces la humanidad no reconoció el significado del cataclismo en el Calvario, este acontecimiento fue la señal del final de una era de falsa creencia teológica y el heraldo del comienzo de una nueva era de entendimiento espiritual. A esto le siguió el impulso espiritual de la resurrección. Posteriormente, la enseñanza cristiana de que Dios es Vida divina y eterna, se desarrollaría en la consciencia, y la posibilidad de probar la inmortalidad de la identidad del hombre como la expresión indestructible de la Vida, habría de ser reconocida cada vez más.

La época de la Pascua nos recuerda sucesos que son inmensamente importantes para la humanidad. La Sra. Eddy dice en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud: “El martirio de Jesús fue el pecado culminante del farisaísmo. Rasgó el velo del templo. Reveló los falsos cimientos y construcciones de la religión superficial, le quitó la máscara al fanatismo y la superstición, y abrió el sepulcro con la Ciencia divina, — la inmortalidad y el Amor”.Ciencia y Salud, pág. 597;

Y así sucedió que en el tercer día después de la crucifixión, el gran milagro de la resurrección de Jesús proporcionó la prueba que tanto necesitaban los mortales para convencerse de que en realidad no hay muerte, de que la vida no tiene fin, que no hay razón para el pesar ni separación final de amigos. Cuando Jesús salió de la tumba, la naturaleza inmortal y espiritual del hombre se convirtió en algo más que una esperanza. Se demostró que era un hecho actual, un hecho demostrable en todos los tiempos futuros. Como lo dijo la Sra. Eddy en un mensaje a una filial de la iglesia de Cristo, Científico: “La densa oscuridad de la mortalidad se ha traspasado. La piedra ha sido removida. La muerte ha perdido su aguijón, y la tumba su victoria. El valor inmortal colma el pecho humano e ilumina el camino viviente de la Vida”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 191;

No hay duda de que la Pascua tiene un mensaje fascinante para los pensadores de hoy. La actual ola de curiosidad acerca de la naturaleza de la muerte y de la posibilidad de que la vida continúa aun después de lo que ahora clínicamente se llama muerte, constituye un tema especialmente interesante para muchos que no aceptan como parte integral de su fe religiosa el concepto de la inmortalidad del hombre. Despojada de sus adornos y tradiciones irrelevantes — los huevos pintados y conejos recubiertos de abundante piel que se asocian con los ritos paganos de la fertilidad — la Pascua cada año le habla al mundo de la vida inmortal. Debería atraer a mucha gente a pensar en el significado que tiene para ellos la ordalía de Cristo Jesús en la cruz, y su triunfo sobre la tumba. Estos sucesos dramáticamente le negaron poder a la muerte no sólo en un instante, sino en todos.

El fallecimiento de Jesús fue confirmado por los legionarios romanos de acuerdo con el criterio de la era. Fue sepultado en una cueva. Aún así reapareció. Su cuerpo emergió de la tumba que se suponía fuera inexpugnable, y fue visto por muchos. Finalmente desapareció de la vista mortal al ascender más allá de la materialidad a un estado del ser puramente espiritual.

¿Qué significa todo esto para los estudiantes de tanatología (de la palabra griega thanatos que significa muerte), y para aquellos que buscan la seguridad de que hay cierta existencia individual que continúa después de lo que los seres humanos llaman muerte?

Significa que no estamos condenados al olvido después de haber vivido algunos años en la tierra. Significa que la vida es continua, indestructible, — que, en realidad, no hay muerte. Debería permitirnos comprender que los términos “la otra vida” y “el más allá” son obsoletos. Como lo explica el libro de texto de la Ciencia Cristiana: “La Vida es real y la muerte es la ilusión”.Ciencia y Salud, pág. 428. De modo que, en verdad, no podemos conocer la muerte, sino sólo la continua presencia de la Vida. Significa que podemos estar seguros de que continuamos viviendo y que seguimos conscientes, de que nos regocijamos, nos desarrollamos espiritualmente, nos comunicamos con otros y disfrutamos de su compañía — aún de la de aquellos de quienes creíamos estar separados hace mucho tiempo.

Durante dos mil años esta feliz vislumbre de que la vida continúa ha alentado a infinidad de cristianos. Con un entendimiento aún imperfecto, tal vez muchos se hayan preguntado dónde y cómo será la otra vida, y en qué forma irán a aparecer ellos y sus amigos. Quizás aún puedan haberse preguntado sobre la conveniencia de vivir eternamente. Pero para ellos, el aguijón de lo que parece ser la muerte se ha aliviado mucho. La alegría de la Pascua ha iluminado la tristeza del pesar.

Mas el ejemplo del Maestro indica que no es suficiente el estar meramente aliviado de los dolorosos aguijones de la muerte. Tenemos la obligación de hacer algo más que meditar sobre este estado de eternidad. Al igual que Jesús, es menester que continuemos tratando de alcanzar la meta fundamental de la espiritualización total del pensamiento, meta en la que la creencia mortal cede ante la Verdad divina, se comprende que el Espíritu es Todo-en-todo, y se comprueba que el ser del hombre es puramente espiritual.

La Pascua significa algo más que una etapa vitalmente importante en el desarrollo de la humanidad fuera de la creencia mortal. Señala hacia arriba, hacia la etapa próxima y final. Nos guía a percibir y afirmar la inmortalidad del hombre como expresión de Dios. Nos urge a seguir el ejemplo de Cristo Jesús hasta su culminación, y a probar, como él lo hizo, nuestra propia naturaleza perfecta, enteramente espiritual a la semejanza divina — por medio de la ascensión.

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