Hay una anécdota acerca de un niño que visitaba a menudo a un escultor y se quedaba fascinado al ver como esculpía. Un día trajeron al taller un mármol grande y cuadrado y el escultor empezó a modelar. El mármol fue tomando forma poco a poco: primero uno podía ver una figura muy vaga, luego se fue asemejando a un animal y, finalmente, quedó modelada la figura de un león. Cuando quedó terminada, el niño le preguntó asombrado al escultor: “¿Cómo sabía que adentro del mármol había un león?”
Los que tenemos hijos parecería que a veces nos sentimos como el niño de esta historia. ¿Podemos saber lo que aparecerá a medida que el niño crezca? ¿Cómo podemos sacar a la superficie sus innatas cualidades espirituales y ayudarlos a alcanzar el verdadero ideal? ¿Cómo podemos desarrollar moral y espiritualmente a nuestros hijos?
Así como el escultor sabe lo que va a aparecer, nosotros también podemos saber, por medio de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), lo que hay realmente en cada niño. En el hecho divino sólo lo que Dios ha hecho puede estar allí para verse y desarrollarse. Dios es el único creador, y Su creación expresa Su naturaleza. Siendo Dios perfecto, el hombre lo es también. Siendo Dios Espíritu, el hombre es espiritual — no un mortal material, que nace y se desarrolla en base de leyes humanas fuera del gobierno de Dios. Lo que llamamos nuestro hijo es por siempre la eterna expresión de Dios, expresión que se desarrolla en obediencia a su creador.
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