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¿Qué escoger, la medicina o la Ciencia Cristiana?

Del número de abril de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La mayoría de la gente se preocupa lo suficiente acerca del cuerpo como para desear saber cómo cuidarlo. Las leyes concernientes a la salud tienen una amplia influencia. Pero toda la premisa de tales leyes se basa en la creencia de que el cuerpo mortal es sustancia verdadera.

La Ciencia Cristiana asume el punto de vista diametralmente opuesto al insistir en que el cuerpo mortal no es la sustancia real del hombre. Según esta Ciencia, la mejor manera de mantener el cuerpo en condiciones armoniosas es alejando el pensamiento del concepto material de cuerpo y acercándolo a Dios — dejando que Sus cualidades motiven tanto nuestros pensamientos como nuestra vida. El camino que conduce a la curación cuando el cuerpo acusa alguna discordancia es comprender la naturaleza espiritual y completa del hombre como imagen de Dios y dejar que esta comprensión remueva de la consciencia los pensamientos erróneos que produjeron la anormalidad. Esto, a su vez, aporta la curación. Las teorías médicas dicen que la materia es real; la Ciencia Cristiana dice que sólo el Espíritu es real.

La oración de un practicista de la Ciencia Cristiana — oración basada en la comprensión espiritual — cura al paciente, y, más importante aún, le trae regeneración espiritual. Cristo Jesús dijo a sus seguidores: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:32; La oración del practicista cumple con esta admonición. Él o ella conoce la verdad, y por medio de la transformación espiritual el pensamiento del paciente se libera de conceptos, hábitos o prácticas erróneos que se manifestaron en la condición discordante.

Un practicista de la Ciencia Cristiana no ora por alguien que ha consentido ponerse bajo tratamiento médico; esto confundiría el pensamiento del paciente, y una clase de tratamiento tendería a anular al otro. El Científico Cristiano que recurre a medios materiales para la curación está realmente oponiéndose a su propia confianza en el poder omnipotente de Dios. Su percepción de la totalidad del Espíritu disminuye, y así se encuentra tratando con un cuerpo físico que se graba en sus pensamientos como algo real y con problemas. Esto es exactamente lo opuesto a lo que ocurre con el tratamiento en la Ciencia Cristiana.

El resultado de la oración científica es siempre el de elevar el pensamiento por sobre el cuerpo y la materia. El tratamiento nos acerca más a Dios y a Sus cualidades, las cuales sanan, y pone el pensamiento a tono con la Verdad. Sin este cambio no hay curación científica.

Las condiciones físicas discordantes son el resultado de pensamientos erróneos. La cirugía puede extirpar un tumor, un apéndice, las amígdalas, pero no puede eliminar el pensamiento mortal que originalmente — en creencia, y directa o indirectamente — es el responsable de la condición. Cuando tal pensamiento no es sanado, puede volver a manifestarse en el cuerpo ya sea en la misma condición o en alguna otra forma diferente.

Por ejemplo, de muchacho tuve tuberculosis. Un médico muy competente y afectuoso me trató. Me sometió a una operación experimental, la que se consideró tener éxito, y me reintegraron a una vida normal, aparentemente sano. Más o menos diez años después la condición reapareció con todos los síntomas anteriores. Pero ya para ese entonces había comenzado a estudiar la Ciencia Cristiana, de manera que recurrí a la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana y ambos comenzamos a orar.

Aun cuando en ese tiempo yo era un estudiante novel en esta Ciencia, sabía lo suficiente como para comprender que la enfermedad había permanecido en mi pensamiento durante todos esos años, y ahora reaparecía para ser extirpada. No podía mantener este pensamiento erróneo por más tiempo si comprendía mi identidad espiritual en la Ciencia.

Como resultado de las oraciones del practicista y de mi estudio, una noche me apareció en el cuerpo una abertura parecida a la incisión practicada diez años antes. Después de drenar, la herida cerró y sanó completamente sin dejar cicatriz. Recuperé toda mi energía. Sané totalmente. Pero esta vez salí de la prueba con mi consciencia más espiritualizada, con más confianza en el poder de Dios para sanar todos los males, y mucho más consciente del amor que Dios tenía para mí. Mi curación física se había manifestado por medio de la regeneración espiritual.

Jesús dijo: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. 4:24; Había aceptado ciertas verdades: que Dios es Espíritu, que el hombre es Su representación espiritual, que el hombre es bendecido por todas las cualidades espirituales de Dios, que el hombre no tiene conexión con la materia y que, por consiguiente, puede expresar solamente lo que Dios causa que exprese. Había razonado metafísicamente — había reconocido a Dios perfecto, el Espíritu, y al hombre perfecto, Su reflejo — y había rehusado darle realidad a la materia.

Por haber imbuido mi consciencia con el amor de Dios y sentido la totalidad de su poder, pude vencer el miedo. Manteniendo mi pensamiento en el hecho de que Dios es Todo, había elevado mi consciencia por sobre el “mí y mi problema”, y la curación se efectuó. De esto hace muchos años, y nunca ha vuelto a repetirse ni el menor síntoma. La Sra. Eddy una vez felicitó a un grupo de Científicos Cristianos: “Me regocija que estéis reconociendo el curso apropiado, desplegando vuestro estandarte a la brisa de Dios, y navegando por mares turbulentos con el timón en Sus manos. Conduciendo así, las olas que aguardan tejerán para vosotros triunfadoras telas de la vida en telares de amor que dan contorno a las sagradas riberas. El camino correcto nos da derecho al camino, al camino de la Verdad y el Amor, por el cual se pagan todas nuestras deudas, la humanidad es bendecida, y Dios es glorificado”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 232.

El camino de la curación en la Ciencia Cristiana es un camino seguro. A medida que fiel y persistentemente seguimos las reglas expuestas en Ciencia y Salud y en los otros escritos de la Sra. Eddy, no podemos dejar de tener éxito. Éste es el camino que Jesús presentó a la gente de su tiempo — el camino que condujo al establecimiento del cristianismo. La Sra. Eddy descubrió las leyes que gobiernan este método de curación espiritual, y presentó y explicó estas reglas específicas. Si uno permanece en las enseñanzas de Jesús y se adhiere a las reglas de la Ciencia Cristiana, descubre que tiene dominio sobre el cuerpo material. Ya no tememos estar sujetos a cada ley de salud que se establezca. Descansamos en la confianza de que Dios provee la solución segura para cualquier problema que pueda presentarse. Descubrimos una felicidad y una libertad espiritual que no podríamos obtener de ninguna otra manera, porque estamos siguiendo el camino de la curación científica.


Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos,
ni vuestros caminos mis caminos,
dijo Jehová.
Como son más altos los cielos
que la tierra,
así son mis caminos más altos que vuestros caminos,
y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.

Isaías 55:8, 9

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