La mayoría de la gente se preocupa lo suficiente acerca del cuerpo como para desear saber cómo cuidarlo. Las leyes concernientes a la salud tienen una amplia influencia. Pero toda la premisa de tales leyes se basa en la creencia de que el cuerpo mortal es sustancia verdadera.
La Ciencia Cristiana asume el punto de vista diametralmente opuesto al insistir en que el cuerpo mortal no es la sustancia real del hombre. Según esta Ciencia, la mejor manera de mantener el cuerpo en condiciones armoniosas es alejando el pensamiento del concepto material de cuerpo y acercándolo a Dios — dejando que Sus cualidades motiven tanto nuestros pensamientos como nuestra vida. El camino que conduce a la curación cuando el cuerpo acusa alguna discordancia es comprender la naturaleza espiritual y completa del hombre como imagen de Dios y dejar que esta comprensión remueva de la consciencia los pensamientos erróneos que produjeron la anormalidad. Esto, a su vez, aporta la curación. Las teorías médicas dicen que la materia es real; la Ciencia Cristiana dice que sólo el Espíritu es real.
La oración de un practicista de la Ciencia Cristiana — oración basada en la comprensión espiritual — cura al paciente, y, más importante aún, le trae regeneración espiritual. Cristo Jesús dijo a sus seguidores: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:32; La oración del practicista cumple con esta admonición. Él o ella conoce la verdad, y por medio de la transformación espiritual el pensamiento del paciente se libera de conceptos, hábitos o prácticas erróneos que se manifestaron en la condición discordante.
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