La mayoría de nosotros trabaja con empeño y ora devotamente para elegir las selecciones que hemos de leer cuando esta tarea recae sobre nosotros. Pero no es hasta que hemos leído la selección en alta voz que realmente nos damos cuenta de cómo se oye. Recordemos que la comunicación oral es muy distinta a la comunicación escrita. Los oyentes no tienen ante ellos las palabras escritas, los párrafos ni la puntuación. Pero usted sí las tiene. A los oyentes sólo les llega el sonido de la voz del lector. Cuando usted lee en alta voz, usted está traduciendo pensamientos escritos a pensamientos hablados. Para “traducir” bien, o sea, para comunicar el total significado y al mismo tiempo lograr que la lectura resulte natural e interesante y en un tono de conversación, y que no sea aburridora y altisonante, uno necesita practicar en alta voz.
Comience practicando solo porque es mucho más fácil hacerlo cuando no hay nadie escuchando. Una vez que se sienta con dominio sobre el tema y su voz y palabras comuniquen las ideas que está leyendo, entonces es el momento de pedir a alguien que lo escuche si siente que necesita esta ayuda. Si es usted Lector en una iglesia filial, es esencial que practique en voz alta con el otro Lector. Por lo menos uno de los ensayos debe hacerse en la iglesia. Pero es mejor que comience a hacerlo solo y que después practiquen ambos juntos, como un “equipo”, para cerciorarse de que la Lección-Sermón se está leyendo con coordinación.
Las ventajas de practicar en alta voz pueden ser muchas.
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