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Crecimiento que es desarrollo espiritual

Del número de octubre de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El desarrollo espiritual es esencial para el debido crecimiento. Uno de los sinónimos de la palabra “desarrollar” es “desenvolver”, que entre otras cosas significa “descubrir o aclarar una cosa que estaba oscura o enredada”. El desarrollo espiritual implica deshacerse de todo lo que oculte o pretenda detener el desenvolvimiento de la bondad innata.

El crecimiento que es reflejo del desarrollo espiritual es estable y seguro; es expansivo e inclusivo. Puede manifestarse en nuestra vida en más confianza, serenidad y mayor capacidad; en la sociedad, en un mejor uso de la capacidad total de los obreros, produciendo así un mayor rendimiento. El crecimiento también puede ser reconstructivo, manifestándose en nuestras instituciones en un nuevo sentido de utilidad genuina, y en el cuerpo humano en curación.

Toda vez que cualquier crecimiento duradero y beneficioso depende del desarrollo espiritual, nuestro mayor interés debiera ser el liberarnos de todo lo que falsamente encubra o enrede. Así como el desarrollo espiritual destruye las suposiciones materiales de que el hombre está atado de modo inextricable por condiciones hereditarias y ambientales, así también la destrucción de aquellas costumbres y temores que no son más que restricciones, da paso al desarrollo del bien. Y desenredar hábitos pecaminosos sometiéndonos al Cristo libera la vida para que retoñe y florezca. Una manera de pensar estrecha o torcida se corrige al liberarla de falsos puntos de vista, tales como el concepto de que la vida está en la materia.

En las vívidas palabras de Nehemías, vemos cómo éste hizo que el pueblo cumpliera con su promesa de acabar con la usura, una práctica que les impedía alcanzar el verdadero progreso social: “Sacudí mi vestido, y dije: Así sacuda Dios de su casa y de su trabajo a todo hombre que no cumpliere esto, y así sea sacudido y vacío”. Neh. 5:13.

Y Juan el Bautista no sólo se refirió a su propia obra de promover el crecimiento espiritual eliminando el pecado, sino que profetizó la obra todavía más eficaz que Cristo Jesús llevaría a cabo: “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego”. Mateo 3:11.

Ya bien sea que lo que interfiere con el progreso espiritual sea lavado, quemado, o sacudido, podemos liberarnos de ello. Y aquí hay en operación algo más que meros esfuerzos humanos de reforma y progreso. Es la operación del Espíritu Santo.

En Ciencia y Salud la Sra. Eddy da la siguiente interpretación metafísica para el término bíblico “Espíritu Santo”: “La Ciencia divina; el desarrollo de la Vida, la Verdad y el Amor eternos”.Ciencia y Salud, pág. 588. Muchos han visto, mediante su estudio de la Ciencia Cristiana, cómo se desenvuelve la Vida, la Verdad y el Amor. Pecados, temores, la confianza en lo material, van descartándose, y este desarrollo espiritual se evidencia como crecimiento en una variedad de formas.

Por supuesto que no todo crecimiento es indicio de desarrollo espiritual. Demasiado a menudo descubrimos el crecimiento de algo indeseable en nosotros o en la sociedad: temores, epidemias, cultos malsanos, crímenes, inflación, vandalismo, tensiones internacionales, etc. Cuando esos crecimientos falsos aparecen, y aun cuando cada día veamos que “progresan”, no tienen por qué dar fruto. Tenemos la oportunidad de exigir que el crecimiento verdadero no deje lugar para el falso, del mismo modo que algunas hierbas ahogan la cizaña.

El crecimiento falso no es desarrollo. Nada existe en el ser verdadero que le dé origen o continuidad. El desarrollo espiritual, el desenvolvimiento de aquello que tiene verdadera sustancia y ley, cuando se le comprende, siempre reemplazará el crecimiento falso con el verdadero. Si la evidencia de un falso crecimiento aumenta, tal vez se necesite gran valor para desechar esa falsedad como ilegítima. No obstante, uno puede estar absolutamente seguro de que a menos que lo que se manifieste no dé muestras del desarrollo de “la Vida, la Verdad y el Amor eternos”, no hay nada que pueda continuar manteniéndolo.

Uno de los significados implícitos en la palabra traducida como “arrepentimiento”, que tanto predicó Juan el Bautista, es “reversibilidad”. Podemos confiar en que los falsos crecimientos son reversibles, que disminuirán y desaparecerán. No tienen forma legítima a qué ajustarse. Pueden comenzar a decrecer ahora. Y así será a medida que las verdades del ser espiritual reemplacen a las creencias mortales.

Ya sea que uno esté tratando de liberarse a sí mismo de falsos crecimientos y de ayudar a su mundo a liberarse de ellos, o que uno esté tratando de obtener progreso y crecimiento verdaderos — o ambas cosas — la actividad del Espíritu Santo aportará el desarrollo espiritual necesario. Esta fuerza regeneradora, que a veces es percibida como idéntica con el Cristo, puede abrir el caparazón más impenetrable y dejar salir el bien aprisionado. El desarrollo espiritual es “des-envolvimiento”. Significa sacar nuestra vida fuera de las creencias materiales que la envuelven dejándola libre para que se desarrolle espiritualmente. Nuestra capacidad para crecer es tan infinita como la Vida misma.

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