Un bien querido pasaje de la Biblia nos dice (Joel 2:25): “Y os restituiré los años que comió la oruga”. A través del estudio y la aplicación de la Ciencia Cristiana he tenido muchas pruebas prácticas de esta dinámica promesa.
En un proceso gradual de discernimiento espiritual he llegado a aprender que mientras Dios no nos devuelve necesariamente una exacta réplica humana de lo que aparentamos haber perdido — casa, negocio, posición, seres queridos, y así por el estilo — un entendimiento de Dios a través de la Ciencia Cristiana sí nos devuelve la eterna, siempre presente naturaleza espiritual de estas cosas. Esto, a su vez, se exterioriza en una mejor manifestación humana de todo el bien.
En un largo y a veces desagradable litigio sobre una propiedad comercial muy valiosa, tuve que aprender lo que la Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud (pág. 368): “El mayor mal no es más que el opuesto hipotético del máximo bien”. No vi esto todo de golpe, pero años más tarde comprendí lo siguiente: “Este error nunca fue real. El máximo y más completo bien es todo lo que ha habido. Como reflejo de Dios nunca he experimentado nada sino el máximo bien. Ni un momento más puede ser desperdiciado reflexionando sobre la nada”. A través de la oración, otra casa, negocio y abundante ingreso me fueron devueltos, lo que probó que la ley de Dios es suprema. Nunca olvidaré el respaldo infatigable que me dieron los practicistas de la Ciencia Cristiana en diferentes ocasiones durante este período de crecimiento. Emprendí mi vida con un nuevo entusiasmo por la aventura espiritual.
Estoy esforzándome por ver la imagen y semejanza de Dios como el único modelo verdadero. Estoy agradecido de que Dios, como lo revela la Ciencia Cristiana, ha sido mi amigo y médico desde que era adolescente. Sané rápidamente de constipación crónica y severos dolores de cabeza leyendo Ciencia y Salud y por lo que aprendí asistiendo a la Escuela Dominical.
En años recientes sané de un desorden orgánico que en la práctica médica frecuentemente requiere cirugía. El desorden tomó la forma de una dilatación anormal, resultando en obstrucción de la acción normal, dolor e inflamación. La practicista a la cual llamé para que me tratara, hizo referencia a un artículo en uno de los periódicos de la Ciencia Cristiana que ponía de manifiesto el hecho de que la verdadera función es espiritual. Mientras estudiaba este artículo y referencias de Ciencia y Salud, se me hizo claro que la única posibilidad de engrandecimiento que podía haber era un progresivo y expansivo concepto de mi ser espiritual; que si yo era puramente espiritual y espiritualmente puro como el reflejo de la Mente, toda función tenía que ser espiritual, el opuesto exacto de la función orgánica o del mal funcionamiento. Yo razoné que como Dios es Espíritu, todo ser, creado por Dios, es espiritual; y yo era Su semejanza espiritual. Esta dolencia fue curada en más o menos dos semanas de tratamiento por la oración y no ha vuelto. También sané de pulmonía. Esta curación, también, se efectuó con la ayuda por medio de la oración de un practicista devoto.
Estoy agradecido por todo lo que la Ciencia Cristiana ha hecho por mí y los míos, y por el mundo entero. Estoy agradecido por un continuo desarrollo del concepto espiritual del poder de la Iglesia, y, especialmente, por la oportunidad y bendición de poder servir en una iglesia filial como Primer Lector por un período de tres años. El amor y respaldo que recibí de los miembros y de la congregación fue muy sagrado para mí, una de las más grandes de todas las bendiciones.
San Luis Obispo, California, E.U.A.