Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La protección del Amor

[Original en alemán]

Del número de octubre de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Horacio, que tenía casi tres años, era alumno de la Escuela Dominical de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, a la que pertenecían sus padres. En ella había aprendido que: “Dios es amor” 1 Juan 4:8. y que todas las personas y los animales son realmente creaciones espirituales de Dios, el Amor. Por tal razón sabía que no tenía que temerle a ninguna persona o cosa con la que estuviera en contacto.

Un día fue con su papá a la oficina de correos, y había mucha gente esperando en las ventanillas para ser atendida. En un rincón estaba un perrito atado, y Horacio fue a acariciarlo. Se había olvidado que le habían dicho que no acariciara a perros que no conocía.

Grande fue su sorpresa cuando el perro le saltó y le mordió la mejilla. Algunas de las personas que estaban cerca gritaron, y el papá de Horacio de inmediato corrió a su lado, cubrió la herida con su pañuelo, y por unos momentos con gran ternura recostó la cabecita del niño contra su pecho. Él estaba declarando la verdad: que el hijo de Dios siempre está libre de daño.

Horacio no se asustó, sólo se sorprendió. Miró a su papá y dijo: “Papi, es un perro tan lindo”. Su papá estuvo de acuerdo y con gratitud reconoció que los pensamientos inocentes, puros, que perdonan y reconocen solamente el bien, expresan a Dios y traen curación. Ni él ni Horacio se sintieron enojados. Él sabía, como lo escribe la Sra. Eddy, que: “Todas las criaturas de Dios, moviéndose en la armonía de la Ciencia, son inofensivas, útiles e indestructibles”.Ciencia y Salud, pág. 514.

Cuando el papá de Horacio quitó el pañuelo con cuidado, la herida había cerrado. Las personas que estaban alrededor se sorprendieron de que Horacio no hubiera llorado. Y se quedaron asombradas al ver que el perro ahora dejaba que Horacio lo acariciara.

Cuando volvieron a casa, la mamá de Horacio se sintió agradecida al ver con cuánta claridad se había manifestado el amor de Dios. Cuando Horacio fue a la Escuela Dominical ese domingo, casi no tenía ninguna marca en la mejilla. A pesar del incidente en la oficina de correos, él siguió queriendo a los animales. Siempre se acordaba de lo que dice la Biblia: “Todo lo que Dios creó es bueno”. 1 Tim. 4:4. Se divierte con sus animales, que lo quieren mucho.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / octubre de 1981

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.