La tendencia del pensamiento humano, aun cuando haya sido instruido en la Ciencia Cristiana, es la de vacilar entre el hecho espiritual de que el hombre, como idea de Dios, es eternamente perfecto, y el sentido mortal de la existencia con su pecado y enfermedad. No podemos destruir permanentemente ningún error de pecado o de enfermedad sin encarar esta tendencia. Los errores que reaparecen nos molestarán mientras nuestra percepción de la existencia esté basada sobre un juicio falso del origen y de la naturaleza del hombre.
El despertar espiritual que trae curación es el darse cuenta claramente de la irrealidad del pecado y de la enfermedad, tener la convicción de que estos errores jamás han sido verdaderos, o enviados por Dios, y que el hombre real, cuyo origen está en Dios, jamás los ha experimentado. Ésta es la ley de la Verdad que corrige y sana los llamados malestares crónicos, como también el hábito de obrar mal.
Cristo Jesús llegó al corazón del asunto cuando declaró: “Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino”. Mateo 5:25. La Sra. Eddy aclara más esta declaración diciendo: “No permitáis que pretensión alguna de pecado o enfermedad se desarrolle en el pensamiento. Desechadla con la convicción firme de que es ilegítima, porque sabéis que es tan imposible que Dios sea el autor de la enfermedad como que lo sea del pecado”.Ciencia y Salud, pág. 390.
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