La tendencia del pensamiento humano, aun cuando haya sido instruido en la Ciencia Cristiana, es la de vacilar entre el hecho espiritual de que el hombre, como idea de Dios, es eternamente perfecto, y el sentido mortal de la existencia con su pecado y enfermedad. No podemos destruir permanentemente ningún error de pecado o de enfermedad sin encarar esta tendencia.
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