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Para la conveniencia de algunos lectores, de vez en cuando imprimiremos un artículo en letra grande.

El hombre es la expresión de Dios

Del número de octubre de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Es posible que pensemos acerca de una obra de arte como la expresión de un pintor, o de una composición musical como la expresión del compositor. En cada caso es el artista quien expresa su concepción. En el reino espiritual, es Dios quien se expresa a Sí mismo mediante Su creación, el hombre.

Cuando Moisés estaba recibiendo instrucciones de Dios sobre la manera de sacar a los israelitas de Egipto, Moisés preguntó cómo debía referirse a la Deidad. Dios le respondió: “YO SOY EL QUE SOY”. Éx. 3:14. Sólo hay un Ser real, el cual es responsable de toda causalidad o expresión, a saber, Dios. Si reconocemos la perfección de Dios, entonces una buena explicación acerca del hombre sería que él es el resultado de la propia expresión perfecta de Dios.

La creencia de que el hombre o cualquier elemento del hombre está sujeto o limitado por la materia variable es contrario a la verdadera identidad del hombre. El hombre, como la expresión del Espíritu, siempre debe ser un ser espiritual. Su individualidad verdadera debe ser la incorporación de ideas correctas que emanan sólo de la Mente divina, Dios.

Nuestra identidad verdadera, entonces, no es una forma física, estructurada por huesos, accionada por músculos y alimentada por la sangre. La individualidad del hombre es independiente de la materia y está estructurada por el Principio divino. Su ser siempre está mantenido en perfecto estado, jamás sujeto a la enfermedad ni a los accidentes. Es impulsado por el único Dios, omnipotente e infalible. Está alimentado por el Amor omnipresente. Las cualidades de Dios nunca pueden estar sujetas a mal funcionamiento o a desorden, en razón de que Dios es la fuente, el único origen, el único que se expresa. Las cualidades que Dios expresa son completas y perfectas. Eclesiastés nos dice: “He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá”. Ecl. 3:14.

Este concepto más esclarecido acerca de la verdadera identidad sana el cuerpo. “La Mente inmortal alimenta el cuerpo con frescura y belleza supernas, suministrándole bellas imágenes del pensamiento y destruyendo los sufrimientos de los sentidos, que cada día se acercan más a su propia tumba”,Ciencia y Salud, pág. 248. escribe la Sra. Eddy en el libro de texto de la Ciencia Cristiana. A medida que escuchamos más y más a la

Mente y menos y menos a la materia, este alimento, este refrigerio, esta purificación continúan constantemente mediante la actividad del Cristo, la Verdad. A medida que comprendemos mejor que la Mente es la que se expresa y que el hombre es el resultado de esa expresión, demostramos más armonía en nosotros mismos, en nuestro hogar y en nuestro ambiente. Este afectuoso cuidado que nos prodiga la Mente, este embellecimiento, es parte de nuestra verdadera existencia.

“Todo lo que realmente existe es la Mente divina y su idea”, escribe la Sra. Eddy, “y en esta Mente todo el ser se revela como armonioso y eterno”.Ibid., pág. 151. Dios es el responsable de todo, y todo debe, por lo tanto, ser expresado de manera perfecta.

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