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[Original en español]

En el mes de abril de 1972, cuando me preparaba para enseñar mi...

Del número de octubre de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En el mes de abril de 1972, cuando me preparaba para enseñar mi clase en la Escuela Dominical de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, en Buenos Aires, resbalé y me caí. Amablemente dos personas me levantaron y me llevaron hasta mi lugar en la Escuela Dominical. Como no sentí dolor alguno, pude terminar la clase; pero cuando quise levantarme no me fue posible.

Me llevaron en automóvil hasta mi casa, donde quedé en reposo. Al llegar mi hijo, insistió en llamar a un médico, quien aconsejó una radiografía sin moverme del lugar. La placa reveló una fractura en la cadera y una fisura en la pierna; también tenía las dos piernas cubiertas de equimosis. El médico recomendó que me hospitalizaran inmediatamente para enyesarme.

Tan pronto el médico se fue, decidí depender totalmente del tratamiento por medio de la Ciencia Cristiana para la curación. Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana y oramos juntas, reconociendo que mi verdadera naturaleza ha sido creada por Dios y es perfecta en su integridad espiritual. Durante este tiempo de oración, no acepté el accidente como algo real. Pensé que la perfección infinita de Dios era la realidad y que ésta era una oportunidad para glorificar a Dios y progresar espiritualmente.

Después de unos meses pude asistir nuevamente a la iglesia. Además, llevada únicamente de la mano de Dios, pude asistir a la reunión anual de nuestra Asociación de estudiantes de la Ciencia Cristiana, que se celebró en un país limítrofe al mío. En unas pocas semanas más obtuve mi completa libertad, así como la habilidad para caminar normalmente como antes.

Doy gracias sin reservas a Dios por esta curación porque sirvió para que mi familia y otras personas vieran la eficacia de la Ciencia Cristiana. Dos personas hoy estudian esta Ciencia por lo que pudieron comprobar ellas mismas. Estoy agradecida por la enseñanza de la Ciencia del cristianismo, que nos ayuda a comprender el Principio divino de nuestro ser.


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