¿Qué te hizo descarriar?
Sabías que el camino
recto y angosto era,
—¿fue quizás muy difícil
seguirlo cada día?
¿Qué lograste? Placeres y pesares
se mezclaron
hasta que el purificador fuego
del sufrimiento
apagó todo deseo
de obtener otra cosa
de obtener otra cosa
que no fuera la inocencia.
No eres un mortal sin esperanzas,
que te inclinas a pecar,
pues la majestad eterna del Amor
permanece siempre en ti.
En tu consciencia.
Bautizado estás en el Espíritu,
y ahora, limpio,
enfrentarte puedes a ti mismo
para reemplazar
la desesperación,
expresando la gracia
que se te ha dado para compartir
ahora — aquí.
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