¡Qué cristiano no se ha sentido inspirado con la gran liberación de Pablo y Silas! Ver Hechos 16. Estaban encarcelados seguramente en el calabozo de más adentro, cuando un terremoto, un suceso que se suponía muy aterrorizante, significó para ellos el comienzo de su liberación. Y en medio de este drama, un carcelero a punto de suicidarse, fue, en vez, convertido al cristianismo.
Muy pocas de las personas familiarizadas con esta historia olvidarán el suspenso, el valor, la evidencia del poder divino. Muchos de nosotros, inspirados por el recuerdo de Pablo y Silas alabando a Dios, hemos ganado, en nuestra hora de medianoche, la convicción necesaria para escapar de las prisiones del pecado o la enfermedad, la depresión o el temor.
Mientras sucesos tales como éstos que ocurrieron a Pablo y a Silas los recordemos fácilmente, se puede aprender más de este acontecimiento. Las circunstancias que los llevaron a la cárcel pueden enseñarnos una lección de inestimable valor para tratar con percepción y firmemente con el magnetismo animal. Pablo y su compañero habían estado predicando el poder de Dios. Por varios días habían sido importunados por una joven esclava conocida por sus prácticas de ocultismo. Quizás era una espiritista o una astróloga. De todas maneras, sus dueños estaban obteniendo ganancias sustanciales por medio de sus talentos.
Esta joven mujer estaba manipulada por el magnetismo animal. Es decir ella practicaba un aspecto de mentalidad que pone de relieve y promueve la creencia en una mente aparte de Dios; una mente secreta, misteriosa, esotérica. Sus dueños tenían en sus actos intereses creados. El interés era económico.
Pablo la sanó. La liberó, hasta cierto punto, de la creencia de que ella poseía una consciencia mortal, impelida a explorar supuestos laberintos de sutiles creencias mortales. Fue precisamente porque los dueños de ella se vieron privados de sus ganancias monetarias que Pablo y Silas fueron encarcelados. ¡Cuán reveladora y vital es la lección que esta historia de la Biblia nos enseña!
¿Exactamente, qué es el magnetismo animal? En cierto sentido, uno podría decir que son simplemente los errores de la mente humana. Mas esto solamente indica la naturaleza de la mente mortal. Definido con mayor amplitud, el magnetismo animal es el error más grande de que realmente hay una mente aparte de Dios. Los errores de la tal llamada mente mortal son muchos y variados. Pero comienzan a disolverse a medida que descubrimos que el magnetismo animal no tiene ningún poder de motivación verdadero, ningún propósito, ni ninguna razón de existir. Sólo Dios es la base de toda acción. Y Dios es el bien, Verdad y Amor omnisapientes. La mente mortal quisiera aprovecharse de un motivo humano legítimo, distorsionarlo, y definirlo como dándole propósito e impulso al mal.
Aquellos que desean hacer curaciones hoy en día, pueden aprender de Pablo y Silas a reconocer y eliminar mejor cualquier motivo que el mal pretenda usar. Hay incontables razones por las cuales esta llamada mente se propone resistir al Cristo sanador. Mas una que es fundamental es la económica.
La creencia en el ocultismo es un error. No hay ningún misterio, ni secreto o elemento desconocido en la totalidad de la Mente divina. Un paciente bajo la influencia del ocultismo, ya sea general o específica, merece que se le libere de la incomodidad que finalmente resulta. Si damos una mirada en las librerías locales, un vistazo al horóscopo que aparece en la mayoría de los diarios, o aun a la publicidad que recientemente han dado los periódicos a varios cultos y sus objetivos financieros, nos damos cuenta de que todo esto revela la vida que la mente mortal quisiera dar a sus acciones apoderándose y usando mal las ganancias económicas.
Desde un punto de vista metafísico, preparar y promover las drogas es un error, ya sea que se usen para obtener placer o para aliviar el dolor. Este error es alentado por un motivo comercial. Las instituciones religiosas no están exentas de la necesidad de examinar sus propósitos al acumular grandes cantidades de riquezas materiales. Las enseñanzas teológicas debieran estar impelidas por un profundo amor a Dios, nunca por fines comerciales.
Ni los practicistas de la Ciencia Cristiana ni los pacientes pueden ser víctimas de motivos equivocados cuando las riquezas de las bendiciones de Dios son reconocidas, y se ve que el magnetismo animal, en realidad, nunca ha provisto beneficio económico; el mal no puede apropiarse de la codicia ni sobrevivir por medio de ella cuando se comprende que este supuesto motivo no tiene sustancia ni poder.
Los primeros cristianos estaban tan llenos del gozo y del espíritu de la Verdad que efectuaron muchas curaciones maravillosas. Sin embargo, entonces, como ahora, es posible que el sanador necesite dominar a la aparente reacción del error. La experiencia de Pablo y Silas muy bien puede recordarnos que debemos defendernos no dando crédito a la creencia de que el magnetismo animal tiene un propósito específico: de placer o de odio, de compasión, temor, o aun económico. Hoy la Ciencia divina, el Consolador, nos enseña específicamente no sólo a curar sino también a preservar nuestra integridad, nuestro bienestar, nuestra seguridad de las reacciones de la mente mortal cuando las pretensiones del mal son desafiadas.
El Cristo nos provee de nuestra defensa. Revela la omnipotencia de un solo Espíritu infinito. El Cristo trae a la luz el hecho de que toda verdadera motivación proviene del Amor divino y nunca por adulterar medios económicos con fines egoístas. La más noble motivación que podemos sentir humanamente es el deseo de sanar; esto incluye la destrucción del mal y sus atentados de beneficiarse erróneamente de él. La curación se efectúa sobre la base de que Dios es el único poder; que el mal no tiene vida. La Sra. Eddy, la Fundadora de la Ciencia Cristiana, desenmascara al magnetismo animal. Al sacar a luz la impotencia de éste, ella escribe: “El error solamente está fermentando, y su calor siseando a la ‘voz callada y suave’ de la Verdad; pero no puede ni acallar ni desarmar la voz de Dios. Las huestes espirituales de maldad están ocupando las regiones celestes; pero, ciegas a su propio destino, caerán al abismo”.Escritos Misceláneos, pág. 134.
Cristo Jesús fue un ejemplo clásico de alguien que comprendió la supremacía de Dios. Desafió el error. Sanó la enfermedad. Regeneró al pecador. Resucitó a los muertos. Y cuando la mente mortal se volvió a él con furia, él la encaró y finalmente la silenció. Comprobó que nada en la tierra puede vencer o reemplazar el poder de motivación del Amor divino. Venció todos los ataques del mal, y su victoria final da un ejemplo incomparable que nos abre el camino a todos.
El Cristo, la Verdad, revela que el hombre es la expresión espiritual de Dios. El hombre es motivado por la Verdad divina, el Amor inmortal. El mal no tiene ni organización, ni influencia económica, ni principio que lo apoye o impulse. Dios es el Principio infinito, y el orden de Su creación está completo y es perfecto. El hombre está infinitamente provisto por la bondad eterna de Dios.
El practicista tiene una defensa infalible en el entendimiento científico de que Dios lo es Todo. No hay poder opuesto. La economía de la Mente divina es completa, sin distorsión. El practicista puede probar, tanto para su paciente como para sí mismo, que la supremacía de Dios bendice al hombre.