En las primeras narraciones del Antiguo Testamento encontramos que, comparativamente, se hace poco énfasis sobre el gozo. Pero con el amanecer de más luz espiritual en el pensamiento hebreo, aparecen muchas referencias sobre el gozo y la alegría otorgados por Dios, como en los Salmos y en Isaías. Más tarde, “nuevas de gran gozo” Lucas 2:10. anunciaron la venida del Cristo. El gozo caracterizaba las enseñanzas de Cristo Jesús. Incluso en la Última Cena habló a sus discípulos acerca del gozo espiritual e inmarcesible. Dijo de las enseñanzas que les estaba dando: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. Juan 15:11.
Tenemos hoy en día motivo de gozo genuino que verdaderamente anima al corazón: el gozo de que la Ciencia de las enseñanzas de Cristo está disponible para sanar y consolar a todos los que la acepten; el gozo de saber que la respuesta a la doliente vacuidad de la manera materialista de vivir puede encontrarse en las bendiciones que vienen del Amor infinito; gozo, por cierto, de que existe un Dios a quien podemos conocer y comprender y amar y en quien podemos confiar. Cuánta alegría podemos sentir al saber que la Ciencia del Cristo nos hace posible experimentar aquí y ahora la profecía de Isaías: “Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación”. Isa. 12:3.
Cuando trabajamos con la Ciencia, nos damos cuenta de que toda gota de lucha humana por hacer lo correcto, por ser buenos, por confiar en Dios, gana mares de respuesta afectuosa, inspiración y apoyo espiritual del Cristo siempre presente. Sólo tenemos que escuchar la “voz callada y suave” 1 Reyes 19:12 (según Versión Moderna). de este Cristo y vivir las enseñanzas cristianas. Entonces podemos depender de la infinita efusión de bien del Amor, la cual alienta al corazón y elimina el temor y la discordia.
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