Fue en el principio, sin principio.
Está en el versículo veintiséis
del primer capítulo del Génesis.
He aquí lo que Dios dijo:
“Hagamos al hombre”.
Y a Tu imagen fue y a Tu semejanza;
de Tu mismo ser, de Tu mismo espíritu.
Por amor lo hiciste y para dar amor;
para ser testigo y reflejo de Tu voluntad;
para ser cimera de Tu creación.
Para ser lumbrera; como antorcha viva;
para estar gozoso en la gloria Tuya
y que nunca gima, ni que jamás caiga.
Y esto aconteció, y fue así.
Tu hijo amado
es de Tu linaje y heredero Tuyo;
de Tu misma luz;
de Tu gloria y Tu perfección.
Porque en Ti él vive,
en Tu ser se mueve
y en Tu seno es.
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