Hace unos cuantos años, cuando la salud de mi esposo estaba decayendo, dimos el pago inicial por una casa que compramos, la cual era modesta y necesitaba arreglos. Al poco tiempo de habernos mudado, empecé a tener dificultad para moverme y para cuidar de nuestro pequeño hijo.
Mi hermana y su familia vivían enfrente, y tuve cuidado de que no se dieran cuenta de la enfermedad que estaba padeciendo, pues no quería alarmarlos. Los síntomas eran los mismos que habían tenido mi padre y su hermano, enfermedad conocida como artritis reumática. Ambos habían sucumbido con esta enfermedad que va debilitando cuando contaban cerca de treinta años, que era aproximadamente mi edad en esa época.
Con la ayuda de una practicista de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), oré para obtener un entendimiento mejor de la Palabra de Dios, de la cual la Biblia habla como “viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos” (Hebreos 4:12).
En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras Mary Baker Eddy escribe (págs. 412–413): “El Científico sabe que no puede haber enfermedad hereditaria, toda vez que la materia no es inteligente y no puede trasmitir inteligencia buena o mala al hombre, y Dios, la única Mente, no produce dolor en la materia”. Este pasaje me ayudó a comprender la bondad de la ley de Dios, y la falsedad de las llamadas leyes de herencia.
A fin de estudiar a fondo la Biblia y los escritos de la Sra. Eddy utilicé las concordancias para poder comprender los escritos figurativos de la Biblia y percibir su significado espiritual, explicado tan lógicamente por la Sra. Eddy. Fue entonces cuando me dediqué seriamente a estudiar la Biblia, y en cuatro meses me curé completamente. En momentos de desaliento este pasaje me dio el valor para perseverar: “Si vuestros esfuerzos son impedidos por obstáculos terribles, y no recibís recompensa inmediata, no regreséis al error, ni os volváis perezosos en la carrera.
“Cuando el humo de la batalla se disipe, percibiréis el bien que habéis hecho, y recibiréis conforme a vuestro merecimiento” (ibid., pág. 22).
La autora de estas palabras, la Sra. Eddy, ciertamente sabía lo que significaba estar “impedido por obstáculos terribles”. Tanto física como mental, social y económicamente se vio enfrentada a evaluar nuevamente su entendimiento de Dios, y su búsqueda la llevó a descubrir las leyes científicas del bien infinito. Sentía que sus palabras tenían autoridad, así como valor sublime.
Otro pasaje que me ayudó entonces, y muchas otras veces, se encuentra en el libro Escritos Misceláneos por la Sra. Eddy (pág. 118): “Tened buen ánimo; la lucha con uno mismo es grandiosa; nos da bastante empleo, y el Principio divino obra con nosotros — y la obediencia corona el esfuerzo persistente con la victoria eterna”.
La batalla conmigo misma — mis esfuerzos para comprender más plenamente que mi individualidad está en Dios, no en la materia — tiene lugar hora tras hora con gratitud por cada vislumbre de la realidad espiritual. La victoria sobre la creencia agresiva de artritis reumática está firme como piedra miliar en este despertar progresivo.
La salud de mi esposo también se estabilizó, y los beneficios obtenidos al ser miembro activo en una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, contribuyeron en gran parte a esta transformación. Además, sus condiciones de trabajo fueron mejorando constantemente después de este compromiso con el Cristo.
Aiken, Carolina del Sur, E.U.A.
Mi corazón está pletórico de gratitud por la curación de artritis que tuvo mi esposa, así como por la manifestación del bien que la Ciencia Cristiana ha traído a nuestras vidas.