Hace unos cuantos años, cuando la salud de mi esposo estaba decayendo, dimos el pago inicial por una casa que compramos, la cual era modesta y necesitaba arreglos. Al poco tiempo de habernos mudado, empecé a tener dificultad para moverme y para cuidar de nuestro pequeño hijo.
Mi hermana y su familia vivían enfrente, y tuve cuidado de que no se dieran cuenta de la enfermedad que estaba padeciendo, pues no quería alarmarlos. Los síntomas eran los mismos que habían tenido mi padre y su hermano, enfermedad conocida como artritis reumática. Ambos habían sucumbido con esta enfermedad que va debilitando cuando contaban cerca de treinta años, que era aproximadamente mi edad en esa época.
Con la ayuda de una practicista de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), oré para obtener un entendimiento mejor de la Palabra de Dios, de la cual la Biblia habla como “viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos” (Hebreos 4:12).
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