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El método curativo para todos los tiempos

Del número de mayo de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Qué se espera en cuanto al futuro de la curación y prevención de las enfermedades? Una seria pregunta que formula mucha gente, es la siguiente: Con todos los años de investigación y práctica médicas ¿hay menos enfermedades ahora que en el pasado? Siempre que la solución de un problema parece estar al alcance, se presenta otra dificultad más seria. La esclavitud a las drogas y los efectos que ocasionan presentan serios interrogantes. Pareciera como si la acción del pensamiento médico fuera un movimiento lateral; no hay realmente marcha hacia adelante. Es obvio que se necesita un drástico cambio en el enfoque.

Ninguna investigación que se haga sobre la materia nos proporcionará un método curativo seguro y confiable, pero una investigación espiritual y la aplicación de la teología apropiada define el método de curación para el presente y para el futuro. Las enseñanzas y curaciones efectuadas por Jesús revelan que el Cristo es la respuesta final para la enfermedad. Mary Baker Eddy define al “Cristo” como “la divina manifestación de Dios, que viene a la carne para destruir el error encarnado”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 583. Comprender que la verdadera naturaleza de Dios es Espíritu infinito, y que el hombre es espiritual, la expresión de Dios, sólo esto nos capacita para practicar las leyes divinas de curación empleadas por Jesús.

En varias declaraciones concisas, Cristo Jesús determinó la eterna naturaleza de la verdadera curación. Dijo: “el Consolador... a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas”. Juan 14:26. “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. 10:10. “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20. Estas declaraciones muestran que el Cristo sanador es la solución genuina para los males mortales.

La obra sanadora de Jesús concuerda con la declaración de la Biblia: “Cual es su pensamiento [de un hombre] en su corazón, tal es él”. Prov. 23:7. Y la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) nos muestra cómo comprobar que la consciencia es el factor determinante de nuestra experiencia. Todo lo que aceptamos en nuestro pensamiento se manifiesta en nuestra vida. Y a medida que obtenemos nuevos discernimientos de los efectos que ejercen nuestros pensamientos sobre nuestra salud, vemos cómo la oración, la manera de pensar científica, la comprensión espiritual y la inspiración son las avenidas del Cristo reformador, las divinas fuerzas sanadoras. Una nueva comprensión de la naturaleza y sustancia del hombre como representante de Dios, y una nueva comprensión de la ley de Dios, el Amor divino, que gobierna al hombre, son la base para demostrar salud y protección preventiva contra la enfermedad y el desastre.

Las medidas preventivas dependen de nuestra habilidad para proteger nuestra consciencia contra las sugestiones agresivas del mal. Si nuestro pensamiento está debidamente escudado contra el mal, la discordancia en nuestra vida emprenderá marcha atrás. Tal prevención es posible si adoramos a un solo Dios, a una sola Mente.

Suponer que el hombre es material y que el Alma está en un cuerpo limitado es como poner al hombre dentro de una caja. En cualquier dirección que se dirija estará limitado. No tiene una salida. Pero comprender que el Alma es Dios, el Espíritu infinito, y que el hombre existe en el Alma infinita como idea de Dios, proporciona un punto de vista enteramente nuevo. Esta comprensión actúa para destruir la limitación y es la venida del Cristo a la consciencia humana. Empezamos a ver que el hombre es realmente espiritual y que las leyes de Dios reemplazan a las llamadas leyes de la materia. La verdadera teología, la base espiritual para la salud y la armonía, se hace más evidente, y el método curativo de Jesús se aclara.

El científico en física puede que francamente admita que no ha llegado a determinar con precisión la causa fundamental de la realidad o cuáles son las partículas básicas que la componen. Se ocupa principalmente de los efectos, de lo que se presenta a los sentidos materiales. De esta evidencia deriva lo que tal vez vendrá a llamarse ley. Pero seguir el ejemplo de Jesús — ir más allá de la evidencia física hacia la mentalidad de la persona — revela la causa mental. Entonces se reconoce al Cristo purificador, que regenera el pensamiento y define la curación verdadera.

La Ciencia Cristiana muestra que el temor es una causa básica de la enfermedad. Desde el punto de vista físico no hay manera de vencer este temor, este sentido de mortalidad vulnerable. Ninguna cantidad de tecnología logrará hacerlo. Sólo comprendiendo que Dios es el omnímodo Amor divino, la Vida incorpórea, el Principio eterno del ser, se puede vencer completamente el temor. El hombre, como idea de Dios, es por siempre uno con el Padre, y esta gran verdad consoladora contrarresta eficazmente el temor. La comprensión de que la Vida es Dios, el Espíritu infinito, trae armonía al cuerpo humano porque elimina de la consciencia humana el temor que la embarga.

El error fundamental es la mente mortal, la creencia de que la vida y la inteligencia están en la materia. Y sólo mediante el Cristo, el cual regenera la consciencia humana, nos liberamos de la influencia del pensamiento mortal. Jesús dijo: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha”. Juan 6:63. Espiritualizar el pensamiento y cristianizar nuestra vida es seguir el camino designado por Jesús, el camino que nos saca de la oscuridad a la luz, de la mortalidad a la inmortalidad.

Puede que el terapeuta no considere que la condición moral del pensamiento es un elemento en el proceso curativo. Esto es una equivocación. Las condiciones morales por cierto que afectan el cuerpo humano. El pecado pretende separarnos de nuestro Principio divino, y con frecuencia origina enfermedades. Por otra parte, la integridad del pensamiento tiene una influencia benéfica y directa sobre la salud. Lo mantiene a uno en armonía con Dios y así ayuda a destruir el temor. La Sra. Eddy dice: “Nuestro sistema de curación por la Mente descansa sobre la comprensión de la naturaleza y esencia de todo el ser, — sobre la Mente divina y las cualidades esenciales del Amor. Su farmacia es moral, y su medicina es intelectual y espiritual, aun cuando se utilice para la curación física”.Ciencia y Salud, pág. 460.

Jesús vino a demostrar que el Cristo es el poder fundamental sanador, la Verdad que responde a las necesidades humanas. Su vida entera fue una expresión de la naturaleza de Dios como Amor divino. Incorporó “las cualidades esenciales Amor” tan cabalmente que fue conocido como “el camino”. Este “camino” incluye sólo los métodos espirituales de la oración y de la comprensión espiritual, el conocimiento demostrable del poder de Dios. No incluye remedios materiales ni medicina.

Como Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy miró más allá del presente, hacia el futuro, y mostró a esta época que el Cristo ofrece el único camino mediante el cual puede lograrse progreso verdadero en la curación. Vio que la espiritualización del pensamiento influye en nuestra vida entera y la pone bajo la armoniosa ley de Dios.

Vio también que esta espiritualización del pensamiento encontraría resistencia de parte de la mente carnal. Mas su amor a Dios y a la humanidad la capacitó para soportar la cruz de esta resistencia y establecer para toda la humanidad la Ciencia de la curación. Dice: “El pasado, el presente y el futuro darán prueba de la palabra y del poder de la Verdad — sanando al enfermo y reformando al pecador — mientras quede una pretensión de error que la Verdad tenga que negar o destruir. Las obras del Amor no se pierden. Los cinco sentidos personales, que no comprenden ni el significado ni la magnitud de la abnegación, puede que las pierdan de vista; pero la Ciencia predica el amor desinteresado, revela el bien infinito, libera fuerzas irresistibles, y finalmente mostrará los frutos del Amor”.Escritos Misceláneos, pág. 100.

Estas fuerzas espirituales son la esperanza de la raza humana. En algún tiempo y de alguna manera, cada uno aprenderá, tendrá que aprender, que la solución para los problemas humanos no se encuentra en la mente mortal, en métodos materiales, o en el uso de medios físicos. Una comprensión de lo que constituye la naturaleza de Dios, la Mente divina, y un conocimiento de que Su ley gobierna al hombre constituyen la base de todo progreso verdadero, de toda verdadera respuesta a las necesidades humanas. Cuando esta verdad del ser se evidencie, no nos hallaremos dando vueltas dentro de una caja tratando de encontrar una salida; partiremos desde la base de la Mente infinita y veremos que el hombre expresa la naturaleza divina. “Las cualidades esenciales del Amor” serán las pociones de nuestra medicina. Se verá que la Vida no es orgánica, sino incorpórea, el Principio divino del universo expresándose mediante el hombre.

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