¿Deseas saber orar?
Podemos orar en cualquier momento. Dios siempre está con nosotros dondequiera que vayamos.
Cuando oramos, abrimos nuestro corazón a Dios y albergamos a los ángeles de Su presencia: los pensamientos buenos, puros y de amor que Dios nos da.
Una manera de orar puede ser ayudar a un amigo que tiene problemas.
Decir: “Gracias, Dios”, por bendiciones recibidas es otra.
A veces orar puede ser simplemente hablar con Dios. Podemos hablar con Dios silenciosamente con nuestro corazón, sintiendo Su amor y amándolo.
¿Te detuviste alguna vez a pensar que cuando abres tu pensamiento a Dios, estás en realidad recibiendo a Sus ángeles?
Así como cuando invitas a tus amigos a una fiesta, así puedes invitar a los ángeles de Dios a venir a la casa de tus pensamientos. Y así como quieres que todo esté preparado cuando lleguen tus amigos, así debes de estarlo para escuchar la voz de Dios cuando Él te habla.
Es divertido prepararse para una fiesta. Limpiamos la casa, ponemos la mesa, hacemos que todo luzca bien. Hacemos algo rico para comer, una jarra grande de limonada y después planeamos juegos para entretener a los invitados. Suena el timbre, y todo está preparado. ¡Qué contentos nos ponemos al ver a nuestros amigos y amigas! Y ¡qué bien lo pasamos todos!
Cuando recurrimos a Dios en oración, sentimos el deseo de darle a Él una gran bienvenida. Queremos estar preparados para oír los ángeles que Dios nos da. Para eso ordenamos nuestros pensamientos. Mary Baker Eddy nos dice en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud: “Poneos en guardia a la entrada del pensamiento”.Ciencia y Salud, pág. 392. Echamos fuera los pensamientos de temor, de desamor, egoístas, insinceros, malhumorados o preocupados. Cerramos la puerta a todo pensamiento que no sea bueno. Entonces escuchamos con todo nuestro corazón.
Y los pensamientos angélicos de Dios vienen a nosotros. Nos dicen que Dios nos ama. Nos traen una clase especial de felicidad y de consuelo. Siempre podemos sentirnos seguros en Su amor, porque somos Sus amados hijos, y Su amor para con nosotros jamás cambia.
El orar nos llena de alegría. ¡Abramos nuestros corazones a Dios todos los días y recibamos siempre a Sus ángeles!
Pues a sus ángeles mandará acerca de ti,
que te guarden en todos tus caminos.
Salmo 91:11