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Después de haberme casado fui a vivir en una zona semitropical.

Del número de julio de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Después de haberme casado fui a vivir en una zona semitropical. A menudo íbamos a nadar y disfrutábamos participando en otros deportes acuáticos. Durante muchos meses sufrí de una infección en los oídos que me producía dolores muy fuertes. Comencé a darme cuenta de que necesitaba comprender cuál era la verdadera salud. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy dice (pág. 373): “Estableced el concepto científico de la salud y aliviaréis el órgano oprimido. La inflamación, la descomposición o el depósito disminuirán, y el órgano afectado recuperará sus funciones normales”. Eso fue exactamente lo que me sucedió a mí, y la curación fue permanente.

Durante mi adolescencia, estos versículos del Salmo noventa y uno me alentaban y a la vez prometían guía y protección (versículos 11, 12): “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos, tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra”. Sentía que la presencia de los ángeles de Dios significaba pensamientos poderosos, alentadores y tranquilizadores en los que podía apoyarme ante cualquier situación. La Biblia nos enseña y la Ciencia Cristiana nos muestra cómo probar que los hijos de Dios están siempre completamente protegidos por Su ley. No hay otra mente que pueda desafiar el mandato amoroso del bien de la Mente divina para con Sus hijos.

Un día, mientras esperaba a mis compañeros de golf, me apoyé en el pasamanos de un puente para peatones y se rompió. Me caí hacia atrás desde una altura de unos seis metros, golpeándome la cabeza contra el pavimento. Tan pronto como recobré el conocimiento, dije que era Científica Cristiana y que deseaba apoyarme solamente en la oración y en el poder de Dios para mi curación. El médico que estaba a mi lado, designado para atenderme y acompañarme al hospital, respetó mi decisión pero les dijo a las demás personas que estaban conmigo que sólo por lo que podía darse cuenta a simple vista, él sabía que mi estado era bastante malo. Aparte de magulladuras en mis piernas, aparentemente presentaba lesiones graves en el cráneo, en las costillas y en uno de los hombros.

Durante los días siguientes, la sugestión agresiva de que había lesiones graves era continua pero la rechazaba constantemente basándome en la unicidad y omnipotencia de la Mente divina, Dios. Yo sabía que los ángeles de Su presencia me daban ánimo para salir de una consciencia errónea del cuadro material. Y a pesar de que la evidencia física no cambió durante tres días, me sentí liberada. Al cuarto día, la curación fue completa y pude llevar a cabo todas mis actividades normales sin ningún efecto perjudicial.

Otras situaciones difíciles por las que siento gratitud por esta Ciencia sanadora, han sido al dar a luz y también una aparente intoxicación por alimentos en mal estado. Sané de una muela del juicio, que por estar en una posición anormal no podía salir, apoyándome solamente en la oración en vez de seguir las recomendaciones del dentista de que me sacara la muela. Todo el temor, hinchazón y molestias desaparecieron, y pude regresar a mi trabajo en tres días completamente liberada de ese problema.

La Sra. Eddy nos dice que la Mente regula todo crecimiento. “Puesto que la Mente lo hace todo”, dice ella, “nada le queda por hacer a un poder inferior” (Ciencia y Salud, pág. 520). Este pasaje fue una base muy firme para solucionar el problema de un tumor en un pecho. Al principio me sentí muy alarmada, pero afirmé constantemente que mi verdadero ser ya era completo en Dios y que nada podía agregarse a Su creación perfecta. No sé en qué momento desapareció el tumor pero, al igual que el temor, sencillamente se desvaneció.

Mi concepto de la vida ha sido inmensamente enriquecido por el estudio de Ciencia Cristiana. Esta comprensión para solucionar los problemas de la vida es una protección recompensadora e inspiradora y lo más importante para mí es que constituye una vía segura para reformar el carácter. Aprendí desde los comienzos que los Científicos Cristianos consideran la guía y protección como un dividendo gozoso y natural que reciben a cambio de su dedicado empeño por lograr una mejor comprensión de Dios, el bien omnipotente.

Poco a poco, estoy viendo que cada necesidad humana es sencillamente un llamado de atención para obtener un sentido más espiritualizado del ser y reconocer la unidad de mi prójimo y la mía con nuestro creador. Estoy humildemente agradecida a Dios que es todo amor, y por el ejemplo del Maestro, Cristo Jesús.


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