Cuán agradecida estoy de que mi madre reconociera que la Ciencia Cristiana es la verdad que sana cuando supo de esta Ciencia por primera vez. De niña, sufrí de una condición nerviosa, y como consecuencia me salió una eczema grave. El tratamiento médico no había dado resultado.
Una mañana, mientras estábamos afuera, una persona que no conocíamos notó mi condición y comenzó a hablar con mi madre. Le dijo que había oído que en la ciudad vecina había unas personas que se llamaban Científicos Cristianos y que curaban por medio de la oración.
Ese mismo día mi madre localizó a una practicista de la Ciencia Cristiana y le pidió ayuda. Esa noche dormí profundamente. La curación había comenzado y pronto fue total. Desde ese momento mi madre fue una leal Científica Cristiana y como resultado de ello, yo he tenido una vida llena de bendiciones mediante el estudio y aplicación de esta Ciencia.
El poder protector y sanador de la Verdad me ha liberado del pesar y de la sugestión de separación ante la pérdida de seres queridos. También me ha ayudado a mantener un matrimonio estable y feliz. A través de un entendimiento práctico del tierno cuidado de Dios, nuestras necesidades económicas han sido satisfechas. Durante su niñez, nuestros dos hijos tuvieron muy pocos problemas físicos, y esos pocos fueron sanados muy rápidamente.
Durante un verano, de pronto comencé a sentirme muy enferma. Me asusté muchísimo por los síntomas, y llamé a una practicista.
Al segundo día me sentía como si me estuviera muriendo. Pero comencé a darme cuenta de la presencia de la practicista, que estaba a mi lado y declaraba en alta voz la verdad acerca de Dios, y de mi ser perfecto como el reflejo de Dios. El desaliento fue superado, y el progreso comenzó, lento pero seguro.
Estas declaraciones en la página 391 de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy fueron de gran ayuda para mí a medida que las estudiaba: “Desechad la creencia en la posibilidad de que podáis albergar un solo dolor intruso que no pueda ser eliminado por el poder de la Mente, y de ese modo podéis prevenir el desarrollo del dolor en el cuerpo” y “Contradecid mentalmente toda queja del cuerpo, y elevaos a la verdadera consciencia de la Vida como el Amor, — como todo lo que es puro y llevando el fruto del Espíritu”.
La practicista me dijo que fuera firme en mi comprensión de que la materia es irreal y que jamás puede afectar al Espíritu. La Sra. Eddy declara (ibid., pág. 300): “Lo temporal e irreal nunca toca lo eterno y real. Lo mudable e imperfecto nunca toca lo inmutable y perfecto. Lo inarmónico y autodestructivo nunca toca lo armónico y autoexistente”.
Para separar mentalmente la verdad acerca de mi individualidad espiritual de las afirmaciones del cuadro físico fue necesario hacer mucho trabajo de oración. Pero comprendí que al no tratar de sanar los males físicos y dirigir mi estudio en busca de un mayor entendimiento de mi identidad espiritual como el reflejo del Alma, todos los síntomas gradualmente desaparecían.
Mis amigos y compañeros miembros de la iglesia me brindaron amor y apoyo durante ese tiempo. Mi pensamiento estuvo constantemente lleno de amor y gratitud. Especialmente agradecí que me leyeran la Lección-Sermón en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Aun cuando me era imposible ver bien para leer, escuchaba cada día este alentador sermón de la Biblia y Ciencia y Salud. También estoy profundamente agradecida por el apoyo y amor de mi esposo, y su tierno cuidado. A pesar de que él no es estudiante de la Ciencia Cristiana, no se opone a que yo me apoye en la oración para la curación. En todo momento él me ha alentado y ha cooperado.
La curación es ahora total. Puedo leer la letra más chica, caminar y respirar con completa libertad, y he recobrado el peso y cabello perdido. El crecimiento del nuevo cabello comenzó cuando me di cuenta de que estaba atribuyendo la caída de éste a la fiebre. Dejé de contemplar una causa material y reconocí en cambio el hecho de que sólo puede haber una causa, Dios, de quien sólo puede haber un efecto, el bien. Según relata la Biblia, cuando los tres hebreos salieron del horno ardiente, ni siquiera “olor de fuego tenían” (Daniel 3:27). Así todos los malos efectos de esta falsa pretensión han sido borrados de mi vida.
La Sra. Eddy nos dice (Ciencia y Salud, pág. 233): “Cada día que pasa exige de nosotros pruebas más convincentes y no meras profesiones del poder cristiano. Estas pruebas constan únicamente de la destrucción del pecado, la enfermedad y la muerte por el poder del Espíritu, — como Jesús las destruía”. Ha sido hermoso poder probar, en parte, que Dios mantiene a todas Sus ideas perfectas y que no podemos ser separados de la verdad del ser.
Gravette, Arkansas, E.U.A.