Abraham
La historia de Abraham comienza al final del capítulo 11 del libro del Génesis. Abraham y su esposa, Sara, salieron del pueblo de Ur, que era una ciudad muy importante en los tiempos de la Biblia. (Abraham y Sara son llamados Abram y Sarai en esta primera parte de la historia.)
Ellos viajaron con el padre de Abraham y sus sobrinos muchos kilómetros y durante muchos meses hacia el norte, hasta que finalmente llegaron a su destino, una ciudad llamada Harán. Los ciudadanos de esa famosa ciudad comercial eran idólatras. No tenían conocimiento del verdadero Dios y estaban muy ocupados en la adoración de otros dioses, y especialmente adoraban a la diosa luna, cuyo nombre era Sin.
Por supuesto que éste no era un ambiente bueno para el desarrollo espiritual. A juzgar por su vida futura, podemos suponer que Abraham deseaba venerar al Dios verdadero. Las falsas creencias sobre muchos dioses, muchos ídolos, no le satisfacían. Él tenía una confianza fundamental y profunda de que había un Dios en quien podía confiar y que era todopoderoso. Esta íntima convicción pudo haber sido la razón por la cual le disgustó la idolatría que vio en la ciudad.
De manera que, cuando Abraham había vivido por un tiempo en Harán, Dios le dijo que dejara esos alrededores que ahora le eran tan familiares por una tierra que Dios habría de mostrarle. La fe y la confianza de Abraham en Dios se ven en el hecho de que él abandona la ciudad de Harán y su ambiente idólatra. [Ver (1) en la sección Lectura adicional al final de este artículo.] A menudo se piensa en “ciudad” o “tierra” metafóricamente, como denotando consciencia. Por tanto, quizás podríamos decir que Abraham comenzó a abandonar el falso modo de pensar, o la falsa consciencia, que simbolizaba Harán.
El versículo de la Biblia dice: “Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán”. Gén. 12:4.
Abraham deseaba y estaba dispuesto a dejar atrás el pensamiento ímprobo, avaricioso e idólatra, la falsa consciencia. Pero, ¿qué era lo que verdaderamente deseaba Abraham? ¿Qué buscaba? La respuesta a esta pregunta se encuentra en la Epístola a los Hebreos. “Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”. Hebr. 11:9, 10.
Cuando Abraham dejó la ciudad de Harán con sus ídolos, ¿no fue acaso como si estuviera diciendo: “Quiero dejar, más que nada, las antiguas maneras de pensar, la manera idólatra de pensar? ¿Y qué es lo que busco? La consciencia que proviene de Dios, llena de pensamientos puros, santos, genuinos, bondadosos y saludables”. Como hemos visto, el autor de la Epístola a los Hebreos describe esto como una “ciudad que tiene fundamentos”. Es una ciudad o consciencia asentada firmemente en el Amor y la Verdad divinos; una ciudad, o consciencia, libre de enemigos tales como el odio, la avaricia y la maldad.
Pero la Biblia también nos dice que Abraham no había llegado todavía a esa ciudad de pensamientos perfectamente buenos, pues la Biblia dice que vivía en tabernáculos, o tiendas. Como ustedes saben, una tienda puede moverse fácilmente. Uno mueve su tienda porque busca un lugar mejor. Una tienda no tiene los cimientos firmes y permanentes que tiene una ciudad. Podríamos pensar que la tienda representa las cualidades morales, como humanidad, afecto y honradez. Estas cualidades de transición señalan el camino hacia la expresión de cualidades espirituales, tales como la pureza, la sabiduría y el amor, que dan a la moralidad una base sólida. (2)
Hasta ahora, de esta historia podemos discernir una cualidad importante del carácter de Abraham. Nunca estaba satisfecho con el éxito a medias. Siempre estaba activo. Siempre iba hacia adelante para obtener una comprensión más elevada acerca de Dios. De la misma manera, nuestra meta debiera ser conocer mejor a Dios.
Abraham y Sara eran muy viejos, y estaban tristes, pues aunque Abraham había tenido un hijo con una esclava, ellos no tenían hijos propios. (3) Pero Dios les había prometido un heredero, y Dios cumplió Su promesa cuando Sara dio a luz un hijo a quien llamaron Isaac. Una vez más, Abraham y Sara supieron por experiencia que podían confiar en Dios. Él es digno de confianza y fiel. Cumple con Sus promesas. (4)
Después de un tiempo, cuando Isaac era ya un joven, Abraham creyó que Dios le había dicho que sacrificara a su único hijo, a quien tanto amaba. (5) De modo que Abraham obedientemente fue con Isaac a una montaña, donde construyó un altar “y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar”, para sacrificarlo. Pero un ángel, una intuición o mensaje de Dios, le hizo comprender lo equivocado de su manera de pensar. Él se dio cuenta de que no era necesario ni justo matar a su hijo. Entonces Abraham vio “un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos” y lo ofreció en holocausto. Gén. 22:9, 13.
Abraham aprendió en esta experiencia que equivocadamente había mantenido un concepto falso de Dios como si exigiera sacrificios humanos y fuera cruel y falto de amor. Pero Abraham y su hijo Isaac fueron rescatados de esta creencia y costumbre criminal.
A veces equivocadamente aceptamos conceptos falsos acerca de Dios, mas nosotros también podemos salvarnos de los pensamientos y acciones erróneas, igual que Abraham. Podemos ofrecer un sacrificio que sea aceptable a Dios. Podemos matar los instintos animales, tales como el odio, la obstinación, la terquedad, los celos y la venganza, y atesorar las verdaderas cualidades como amabilidad, ternura, orden, inteligencia, igual que un padre atesora a su hijo.
De esta historia aprendemos otra cualidad importante del carácter de Abraham. Él tenía absoluta fe y confianza en Dios. Era esa misma fe y confianza que lo habían hecho dejar la ciudad de Harán en busca de una ciudad, o consciencia, que todavía no conocía.
Debido a que Abraham tenía tal confianza en Dios, se le llamó “amigo de Dios”. Sant. 2:23. Otra persona con la que Dios habló “como habla cualquiera a su compañero” Éx. 33:11. fue Moisés. Abraham fue “amigo para siempre” 2 Crón. 20:7. de Dios, y lo mismo fue Moisés. Ellos fueron Sus amigos porque expresaban cualidades tales como fidelidad, fe, confianza en el bien, entendimiento espiritual, valor moral y moralidad. Sabemos que somos amigos de Dios al identificarnos con estas cualidades cristianas. Así seremos buenos amigos para mucha gente. (6)
Tal vez pueda decirse que Abraham durante toda su vida tuvo interés en abandonar los falsos puntos de vista acerca de Dios y en obtener conceptos más elevados y claros de Él. Quería conocer a Dios, y su vida fue una vida de progreso debido a su creciente entendimiento acerca de Dios. Dios le dijo a Abraham: “Anda delante de mí y sé perfecto”. Gén. 17:1. Abraham se esforzó por obedecer este mandato.
No podemos escondernos de Dios, así que caminemos ante Dios con humildad y seamos perfectos, perfectos en honradez, bondad, benevolencia y pureza.
[Continúa el próximo mes]
Lectura adicional
(1) Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy 579: 10– 14.
(2) Ciencia y Salud 115:26–28.
(3) Gén. 15:1 –4; 17:19.
(4) ¿Qué dice la Biblia acerca de promesas? ¿Las cumple Dios? Ver Salmo 77:8; 105:42; Hebr. 6: 13–15; Jer. 33:14.
(5) Gén. 22:1 – 14.
(6) Prov. 18:24 y 17:17. ¿Qué hace un amigo?