La historia de Abraham comienza al final del capítulo 11 del libro del Génesis. Abraham y su esposa, Sara, salieron del pueblo de Ur, que era una ciudad muy importante en los tiempos de la Biblia. (Abraham y Sara son llamados Abram y Sarai en esta primera parte de la historia.)
Ellos viajaron con el padre de Abraham y sus sobrinos muchos kilómetros y durante muchos meses hacia el norte, hasta que finalmente llegaron a su destino, una ciudad llamada Harán. Los ciudadanos de esa famosa ciudad comercial eran idólatras. No tenían conocimiento del verdadero Dios y estaban muy ocupados en la adoración de otros dioses, y especialmente adoraban a la diosa luna, cuyo nombre era Sin.
Por supuesto que éste no era un ambiente bueno para el desarrollo espiritual. A juzgar por su vida futura, podemos suponer que Abraham deseaba venerar al Dios verdadero. Las falsas creencias sobre muchos dioses, muchos ídolos, no le satisfacían. Él tenía una confianza fundamental y profunda de que había un Dios en quien podía confiar y que era todopoderoso. Esta íntima convicción pudo haber sido la razón por la cual le disgustó la idolatría que vio en la ciudad.