¿Es correcto que una vida plena y activa culmine en la lentitud, el deterioro y la frustración que a veces se asocian con la edad avanzada? ¿Es esto la recompensa por el buen trabajo que hemos hecho durante muchos años en la iglesia y en la comunidad, en el empleo o en el hogar? ¡Absolutamente no! El transcurso de los años no tiene nada que ver con los problemas de salud física o mental, y nuestra expresión consciente de Dios, la Vida divina, puede mantenernos a cada uno de nosotros en actividad útil y saludable, independientemente de nuestra edad.
En muchas industrias y empresas se cree que los trabajadores dejan de ser útiles a cierta edad. Cuán limitado es a menudo este concepto, considerando la destreza y la sabiduría que estos trabajadores han adquirido a través de años de experiencia, dedicación y observación. Pero si alguien se jubila porque el sistema de la compañía en que trabaja así lo exige, no es éste el momento para retirarse de la vida y empezar una paulatina decadencia de la salud, la libertad y la utilidad. En su lugar, dejemos que sea una oportunidad para encauzar en una nueva dirección las aptitudes que Dios nos dio. Una vez libres de la rutina de trabajar determinadas horas, nos damos cuenta de que nuevos horizontes están esperando ser descubiertos.
Consideremos la historia de Caleb, quien, según nos dice la Biblia, había sido un soldado de confianza de Moisés y de Josué durante cuarenta y cinco años. Después de este largo período de servicio, reclamó la heredad que Moisés le había prometido a él y a su familia. Pero esto no significaba una “jubilación” de la vida activa para sumirse en la apatía y la inutilidad, ya que le dijo a Josué: “Hoy soy de edad de ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar”. Josué 14:10, 11. Caleb se ganó la tierra que deseaba y empezó una nueva vida estableciéndose con su tribu allí. Qué fácil le hubiera resultado “jubilarse”. Su familia y su gente necesitaban su sabiduría y valor.
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