No hace mucho tiempo me apareció en la frente un pequeño tumor muy doloroso que me iba creciendo. Soy maestra de escuela, y esto causó comentarios entre mis compañeras e inclusive entre mis alumnos más jóvenes. La enfermera de la escuela consideró que era urgente que consultara a un médico.
Tenía temor y le pedí ayuda a una practicista de la Ciencia Cristiana. Ella me recordó que nuestra “vida está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3), y, por consiguiente, nadie puede ver lo que Dios no ha hecho, lo que El mismo no puede ver. En mi verdadera naturaleza soy la perfecta idea de la creación de Dios.
El tumor fue cubierto con un simple vendaje. Varias personas preguntaron si me habían operado, pero comprendí que la mayoría de ellas preguntaban porque verdaderamente se preocupaban.
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